Todas las personas vivimos con un manual de instrucciones, en parte consciente y en parte inconsciente, compuesto por miles de pequeñas y grandes premisas que influyen en cómo vivimos la vida. Esas premisas tienen diversos orígenes: la educación recibida, el ejemplo de nuestros padres, las amistades, la publicidad, las películas, las lecturas, etc. Prácticamente cualquier experiencia vital puede ser la base para aportar una nueva premisa al manual de instrucciones personalizado que llevamos dentro.
Las instrucciones son miles, y se pueden organizar en categorías: sobre la familia, sobre el trabajo, sobre los hombres, sobre las mujeres, sobre el cuerpo, sobre la comida, sobre el dinero… Hoy quiero hablaros de una categoría concreta de instrucciones internas que influyen mucho en la manera en que cada uno/a de nosotros y nosotras se relaciona con la vida en lo cotidiano, en el día a día, las llamo las instrucciones mantra. ¿Qué son estas instrucciones mantra? Son una serie de frases (generalmente cortas) que las personas nos repetimos consciente y/o inconscientemente, y que influyen en la manera en la que nos relacionamos con nosotros/as mismos/as, con los demás y con la vida, así que, en parte, influyen en nuestro nivel de consciencia, sobre todo porque lo pueden limitar o impulsar según sean mantras sanos o insanos.
Tengo la fortuna de conocer miles de libros de instrucciones, los de todos mis pacientes, que me los muestran cada día para poder localizar las premisas insanas y trabajar sobre ellas hasta cambiarlas. Y en todos estos años de observación he podido conocer instrucciones mantras de todo tipo, comprender su origen, ver el grado en el que son insanos y explicarle a la persona cómo le limitan en el vivir. Os pondré ejemplos de mantras insanos que he podido observar: “yo soy así y no se puede cambiar”, “soy torpe”, “soy gafe”, “puedo con todo”, “me toca sufrir”, “soy tonta”, “estoy loca”, “me da miedo todo”, “no voy a poder”, “no soy capaz”, “yo sola no puedo”, “tengo que poder solo”, “nunca confiar”, el trabajo es lo primero”, “o lo hago perfecto o no lo hago”, “soy responsable de todo”, “nunca llegaré a ser alguien”, “no estoy a la altura”, “no vaya a ser que…”, etc., etc., etc.
Algún lector/a puede pensar “¿Estas expresiones y muchas otras son instrucciones mantras?, ¡si eso me lo digo yo cada día!”. Precisamente por eso son mantras, porque son frases que no se dicen una vez en una situación concreta sino que son repetidas, consciente o inconscientemente, muchas veces a lo largo del día y de la vida. Hay que tener en cuenta que una instrucción es, en realidad, un programa emocional o mental, capaz de crear una impronta en el cerebro en base a la intensidad, frecuencia y/o duración con que ese programa es vivido. Una frase repetida cientos o miles de veces, aunque sea sin darnos cuenta, se convierte en una instrucción que terminamos por asumir en nuestra personalidad y en nuestra conducta cotidiana. Estos mantras pueden ser sanos e impulsadores de nuestra vida, pero también pueden ser insanos y muy limitantes. A veces es difícil distinguir una instrucción mantra sana de una insana, porque el propio umbral de consciencia no permite captar toda la profundidad y el poder del mantra, o porque como era algo que decía mi madre o mi padre lo he automatizado y ya ni me lo pregunto o, directamente, lo considero sano sin hacer más valoración.
Pero… ¿podemos aportar nosotros/as nuevos mantras al libro de instrucciones interno? Claro que sí, no sólo podemos sino que debemos hacerlo. Y es bien sencillo, sólo requiere de las mismas condiciones con las que se crearon los antiguos: intensidad, frecuencia y duración. Si encontramos o creamos un mantra que nos guste debemos repetirlo en cada ocasión que sea necesario utilizarlo, aportarle intensidad emocional y hacer que dicho pensamiento, emoción, actitud, acción, etc. perdure en el tiempo. Una advertencia, en esto no es válido aquello de que los hábitos se cambian en veintiún días. Se suele tardar bastante más en crear la impronta del mantra, pero a base de darle connotación emocional, repetirlo a menudo en situaciones reales y mantenerlo en el tiempo, en el plazo de unos meses se consigue integrar. Ahora queda la cuestión de si el mantra es sano o insano. Una regla básica debería ser si el mantra alimenta al ego o a la consciencia (para comprender esta cuestión recomiendo leer los varios artículos sobre ego y consciencia publicados a partir de agosto de 2017). Otra manera de enfocarlo es si ese mantra lleva a la serenidad interior y a la expansión de la consciencia o si, por el contrario, crea estrés o limita a la persona en su vivir. Con un poco de atención hacia el interior de nosotros/as mismos/as podremos diferenciar entre los mantras sanos y los insanos.
También hay que tener en cuenta que una instrucción sana en un momento concreto de la vida puede ser insana transcurridos unos años. Ya que la vida cambia y las circunstancias y el nivel de consciencia también pueden hacerlo, algunos mantras han de ir evolucionando o quedándose atrás. Ahora bien, al menos en mi mundo hay algunos que tienen una naturaleza universal y que no caducan nunca. Quiero compartir con vosotras/os algunos de mis “mantras instrucción” personales. Unos los he copiado de otras personas, otros me los he inventado, y todos me acompañan en el día a día para hacerme la vida más fácil y menos limitada.
Aquí van algunos:
•“Dios nos quiere atrevidos” (Mahatma Gandhi).
•“Si al final lo voy a hacer, mejor lo hago ahora”.
•“¡A ver qué pasa si hago esto!”
•“Si no existe me lo hago yo”.
•“Siempre hay más soluciones que problemas”.
•“Cada cosa a su tiempo”.
•“Muchos pocos hacen un mucho”.
•“¿Qué puedo aprender de esto?”.
•“Aquí y ahora”.
Os puedo asegurar que estos mantras forman parte de mi día a día, que los repito o se repiten solos en mi mente cada vez que las circunstancias los activan y que me ayudan a fluir por la vida de una manera sana, constructiva y enriquecedora. Para mí son sanos, alimentan mi consciencia y me impulsan más allá de mi zona de confort, mis miedos y mis limitaciones emocionales y mentales. Son como llaves que abren las cerraduras y candados limitadores de la existencia cotidiana. Os invito a crear vuestras propias instrucciones mantras sanas y a estimularlas con perseverancia para, así, anular las insanas y poder disfrutar de una vida más libre y satisfactoria. ¡A ver qué pasa!