“Quiero seguir avanzando en mi desarrollo espiritual, me han dicho que las Flores de Bach me pueden ayudar”. Éste es un argumento que, ocasionalmente, escucho cuando alguien pide una entrevista inicial para iniciar un proceso terapéutico. Después de casi quince años pasando consulta puedo decir, sin faltar a la verdad, que todas las personas que se quieren trabajar espiritualmente, también se tienen que trabajar en los aspectos más terrenales de la existencia.
Si aceptamos la clasificación de los niveles de consciencia en: ego (1º), ego + consciencia (2º), consciencia (3º) y alma (4º), la mayoría de las personas aún permanecen en la etapa egoica de su desarrollo, lo que implica que es necesario dar el paso hacia el despertar de la consciencia. Y unas pocas ya han despertado y quieren seguir avanzando en su proceso de evolución. Pero aquellas que vienen en un “estado espiritual”, con la percepción de que han dejado atrás a su ego, suelen llegar a la conclusión de que todavía les falta camino por recorrer. Algunas hacen un acto de comprensión y se quedan para seguir trabajando y otras deciden no proseguir porque su estado espiritual está por encima de lo que en consulta se le propone trabajar. ¿De verdad hay alguien tan elevado que ya no tiene que trabajar con su ego? Por supuesto, pero yo no he conocido a nadie todavía.
«Quiero avanzar en mi desarrollo espiritual…»
Antes (o al mismo tiempo) que trabajamos para avanzar en nuestro desarrollo espiritual, hemos de seguir atendiendo aquellos aspectos que alimentan a nuestro ego, ya que éstos no desaparecen porque nos enfoquemos en lo espiritual. La vida sigue teniendo aspectos instintivos, emocionales y mentales fuera de justa medida (exceso, carencia, miedo o estrés) capaces de alimentar a ese mecanismo egoico que es totalmente natural y, en gran medida, inconsciente y automático. Es por ello que pretender un estado evolutivo espiritual sin atender a lo egoico no va a dar los resultados esperados. Además, hay muchas personas que utilizan su estado espiritual como excusa para no enfrentarse a sus propios conflictos y desequilibrios internos. De este tipo de personas he conocido a algunas, incluso maestros/as o guías que, embestidos de un halo de espiritualidad, no concebían la pertinencia de trabajarse interiormente. Como digo en las clases para terapeutas: “todo terapeuta ha de tener un terapeuta”.
Si bien es lícito enfocarse en el trabajo espiritual, no hay que olvidar que seguimos siendo humanos y que hay muchas cosas que transformar antes de alcanzar estados sublimes de consciencia. Y no por ello es incompatible una intención espiritual, al contrario, opino que quien acepta compatibilizar ambos procesos será más honesto consigo mismo y con los demás. No olvidemos que antes de trascender al ego hay que vivirlo y gastarlo, para poder seguir avanzando por la consciencia y aspirar a la conexión con los aspectos más elevados y trascendentes de nuestro ser. En resumen: al alma lo que es del alma y al cuerpo lo que es del cuerpo.
José Antonio Sande Martínez
Terapeuta emocional y floral
Noray Terapia Floral