¿Hablamos del amor?
¿hablamos del segundo mandamiento?: “Amarás al prójimo como a ti mismo”.
Y…
El modelo mariano de mujer se fundamenta en una concepción religiosa, machista y patriarcal en el que la mujer está al servicio del hombre, de la familia y de la sociedad y eso tiene que hacerla feliz. Y, en efecto, muchas mujeres piensan que van a ser felices viviendo de ese modo, pero con los años descubren lo falso de tal creencia y del daño que provoca. ¿Cuántas veces habéis escuchado eso de que antiguamente tal o cual mujer sufría de los nervios? Esto sólo era una manera coloquial de decir que esa mujer vivía con ansiedad o en depresión, dos síntomas que delatan que no estaba contenta con su vida.
Pero ¿cómo es eso posible?, ¡si amando al prójimo tenía que vivir en la cumbre de la felicidad! La respuesta es sencilla: porque ese “Amarás al prójimo como a ti mismo” estaba mal entendido (y ya se ha encargado la religión, el machismo, el patriarcado, la tradición y quienes ejercen poder, tanto hombres como mujeres, de que siga siendo así).
Si hablamos de mandamientos voy a daros el primer mandamiento de una vida sana: ámate a ti misma de manera incondicional, este es el mayor y primer mandamiento. El segundo es una consecuencia de este: ama a los demás con el amor que sientes por ti. Con estos dos mandamientos ya podemos empezar a hablar de emociones sanas.
Primero: yo me amo. Segundo: yo amo.
El amor sacrificado, abnegado, salvador, sometido y sufridor es un amor insano ya que deja de lado a la propia persona para centrarse en los demás, precisamente lo que quieren y exigen las personas manipuladoras, egoístas, egocéntricas y ejercedoras de poder. Y precisamente lo que ellas no hacen pero que le exigen a los demás. Con estas premisas han conseguido que millones de mujeres quieran ser felices entregándose a un amor insano, y luego nos preguntamos por qué tantas mujeres sufren de los nervios, o por qué hay de tres a cuatro veces más mujeres que hombres que toman ansiolíticos y antidepresivos.
¿Y si hacemos una lectura correcta y sana del segundo mandamiento de la Ley?
“Amarás al prójimo como a ti mismo” realmente quiere decir que “así como te amas a ti vas a amar al otro”. Si una persona se ama poco o insanamente a sí misma, consecuentemente amará poco o insanamente a los demás, aunque lo perciba de otra manera. Así que volvamos a los mandamientos de una vida sana: Primero: Ámate a ti misma de manera incondicional. Esto quiere decir que cada día, cada hora, tienes que quererte, respetarte, cuidarte y amarte, sin importar cómo te veas al espejo, el sueldo que tengas, si has sido madre o si vives sola o acompañada. Y esto incluye que tienes que respetarte tanto que no puedes permitir que nadie te falte al respeto, ni de palabra ni de acción, ni una sola vez, porque la primera vez que alguien te insulte, te humille, te menosprecie o te agreda tiene que ser la última. Y si no sabes cómo hacerlo tendrás que aprender, para eso estamos los terapeutas emocionales, los psicólogos y otros y otras profesionales que te pueden enseñar. Pero tienes que tener claro que, desde el principio y para siempre, has de amarte incondicionalmente, porque ese el primer mandamiento de una vida sana.
A partir de aquí ya puedes amar a los demás, a quien quieras. Si cumples con el primer mandamiento los siguientes no pueden perjudicarte, porque todo pasa por el primero.
He hablado del modelo mariano de mujer, no quiero terminar este artículo sin exponerte este modelo, para que tú misma valores si estás atrapada en él y esto te impide cumplir con el primer mandamiento. Si es así, si verdaderamente te sientes identificada con el modelo mariano, te recomiendo que busques ayuda profesional para poder deshacerte del lastre que esas creencias primitivas y patriarcales implican.
En cuanto al modelo mariano, la religión ha mostrado a María, madre de Jesús, como el ejemplo a seguir para la mujer. María era la mujer inmaculada, es decir, sin mácula, sin mancha, virgen, perfecta, y cualquier mujer que se precie ha de seguir ese modelo para ser respetada y aceptada. El compendio de virtudes que se le atribuyen recoge, entre otras, las siguientes: humildad, sencillez, Fe, esperanza, caridad, obediencia, mansedumbre, respeto, pobreza, generosidad, pureza, castidad, disponibilidad, entrega, abandono, docilidad, aceptación, sacrificio, mortificación, confianza, fidelidad, firmeza, perseverancia, paciencia, piedad, modestia, fortaleza, dulzura, sabiduría, oración y Amor.
Con cierta ironía señalo que las virtudes que la propia religión establece para María son bastantes más que las del propio Cristo y algunas incluso diferentes. Estas virtudes, mostradas, repetidas, inculcadas y demandadas durante dos mil años a las mujeres en la sociedad, en la escuela y en la familia, han creado un campo de información en el inconsciente colectivo femenino que, de manera clara, conduce al sacrificio y al sufrimiento no sólo como sentimiento, sino como nivel de consciencia.
Quizás haya quien piense que esto no le afecta porque no ha sido educado en religión alguna. Esto no tiene nada que ver con que una persona se eduque o no en ciertos principios, pues estos permanecen como una impronta en el inconsciente colectivo e influyen en muchos aspectos de la vida de las personas sin que sean conscientes de ello.
A partir de este punto está en tus manos decidir qué opción tomar, la sana o la insana. Tú eliges.
José Antonio Sande Martínez
Terapeuta emocional
Noray terapia y formación