En muchas de mis clases y consultas terapéuticas, de una u otra manera, salen a relucir los conceptos de Miedo y Amor. Tanto Miedo como Amor van escritas con mayúscula inicial porque no se refieren al amor del “cuánto te quiero” ni al miedo del “qué miedo tengo”, sino a dos tipos de energía, presentes en la naturaleza humana y en el planeta Tierra, que sirven como base y camino para el vivir y el evolucionar.
Estas dos energías habitan en el ser humano como parte de un todo mayor al que no es fácil acceder sin haber pasado por un proceso de evolución hacia el Ser Interior, y están en relación directa con los niveles de consciencia (ego, consciencia + ego, consciencia, Espíritu) y los estadios (prepersonal, personal, transpersonal, espiritual) en los que las personas viven. Cuanto más egoico sea el nivel de consciencia, más Miedo hay en la persona, lo que no quiere decir, necesariamente, que sea miedosa, porque no es ese tipo de “miedo”. Y cuanto más elevado sea el nivel de consciencia de la persona, más Amor habrá en esa persona, lo que no implica que practique el buenismo o sea una santa, porque se trata de otro tipo de “amor”.
En principio, el Miedo es la energía de la que se nutre el ego, que nace de la percepción separada del Todo, es decir, que la persona no es consciente de la unidad con el Todo, por lo que se siente separada de Él y esto provoca la creación de un yo-identidad-ego separado e ilusorio. Es la única realidad con la que la persona cuenta para existir. Este yo-identidad-ego existe en contraposición a lo demás: “yo estoy aquí y lo demás está ahí”, “yo soy esto, lo demás es otra cosa”. Salvo que haya algún tipo de patología, nadie tendría miedo de su mano, de su pie o de su nariz, porque esa parte de su cuerpo es una parte de sí mismo, pero si esa mano o ese pie pertenecen a otra persona sí se les puede tener miedo, porque al no ser yo ni una parte de mí pueden causarme daño. Del mismo modo, quien no percibe el Todo ni se siente parte de Él, teme perder su yo-identidad-ego. Esto le sucede, prácticamente, a toda la población mundial, aunque no de manera absoluta sino en grados, los mismos que delimitan los niveles de consciencia. Cuanto más vive la persona en su ego, más profundamente vive en el Miedo y menos en el Amor. Ese Miedo puede expresarse de muchas maneras, con muchas emociones y sentimientos, actitudes, ideas y creencias, incluso algunas que pueden parecer buenas o ser socialmente aceptadas.
«El Miedo es la energía de la que se nutre el ego.»
Veamos ejemplos. Los celos son Miedo, sin embargo hay quien piensa que si su pareja no se pone celosa es que no le quiere. El amor sobreprotector que convierte a los hijos/as en dependientes es Miedo, pero hay quien piensa que si no sobreprotege a sus hijos/as es mal padre o mala madre. La agresividad fuera de justa medida es Miedo, pero está bien considerada en ciertos ámbitos laborales como medio para superar a los oponentes. El amor dependiente es Miedo, pero hay quien siente que si no se le necesita es que no se le ama. El sentimiento de culpabilidad, el pesimismo, el despotismo, la envidia, el locus de control externo, el servilismo, la ayudadicción… son parte de ese Miedo. Puede haber infinitos ejemplos de la energía del Miedo.
La otra energía a la que se hace referencia es el Amor. Éste tiene que ver con la consciencia de nacer en el Todo, permanecer en el Todo y regresar al Todo en un viaje que va desde el ego hasta la consciencia y, en su siguiente paso, hasta el Espíritu. La consciencia de la existencia en el Todo, de que no hay nada fuera del Todo ni puede haberlo lleva, de manera natural, a la comprensión, la aceptación y al Amor. Ese Amor nace de la desidentificación del yo-ego y la identificación con el Todo-Consciencia-Espíritu. De nuevo hay que señalar que no se trata sólo de un estado, sino de un proceso en el que se van alcanzando diferentes niveles que, a su vez, determinan el grado de consciencia de la persona y cómo ésta se relaciona consigo misma, con los otros y con la realidad que vive. Cuanto más amplio y profundo es el nivel de consciencia de la persona, más consciente es de su existencia en el Todo, por lo que menos Miedo vive y más Amor experimenta.
«El Amor es la energía que nutre a la consciencia.»
En el viaje del ego hacia la consciencia van quedando atrás miedos egoicos y creándose amor (de consciencia), lo que, con el tiempo, contribuye a que disminuya el Miedo y crezca el Amor. Es por ello que cuanto más ego, más Miedo y cuanta más consciencia, más Amor.
Hay una pega en todo esto del Amor y del Miedo vinculados a la consciencia y el ego, y es que la sociedad occidental, tal y como está organizada, necesita que el máximo posible de población viva en ego, porque así se vive en miedos y en Miedo. Además, el ego, al sentirse en permanente estrés, excesos y carencias, necesita de estímulos externos que le alimenten y le tranquilicen, lo que convierte a la persona en consumidora de lo que sea con tal de distraer o calmar al ego. En el lado opuesto, la consciencia orienta su atención hacia el interior, y se alimenta de serenidad y justas medidas, lo que implica que no hay desazón ni intranquilidad que calmar y por ello no se necesita consumir tanto. El ego, para calmar su Miedo, es un gran consumidor de lo que sea, ropa, tecnología, comida, ocio, lujo, intelectualidad…, la consciencia no necesita de tanto, porque está serena en sí misma y lo que precisa para alimentarse es Amor, y este “producto” no se puede comprar ni vender, aunque haya quien crea que sí.
Al sistema económico, como modelo organizativo establecido por entidades y personas que ejercen poder a gran escala, le interesa que las personas vivan en ego y en Miedo, para que no haya cuestionamientos, para que nadie alce la voz y diga “no, esto no es aceptable”. La consciencia es más atrevida, porque no vive en el Miedo, y esto no es rentable ni asumible para los sistemas que necesitan personas que produzcan y consuman sin levantar demasiado la mirada, no vaya a ser que se den cuenta del grado de alienación, injusticia y sometimiento en el que viven.
Por estas razones es tan importante despertar las consciencias y tratar de vivir en el Amor, aunque debemos ser conscientes de que éste es un proceso largo, de generaciones, de vidas. Ahora bien, cada uno de nosotros y nosotras podemos aportar nuestro propio cambio interior, nuestro propio despertar a la consciencia, con esto es suficiente para que el nivel de consciencia medio de la humanidad vaya subiendo a la par que disminuye el Miedo.
Despertar la consciencia y darle al ego su lugar es una de las razones para las que estamos aquí. Sea cual sea el grado de consciencia de cada uno/a podemos y debemos hacer el esfuerzo de seguir avanzando hacia el Amor y dejar atrás el Miedo. También en esto todos somos almas en proceso.
“Lo que no es Amor es Miedo, lo que no es Miedo es Amor.”
José Antonio Sande Martínez
Terapeuta emocional y floral
Noray Terapia Floral