En esta cuarta parte vamos a hablar de cómo fomentar la responsabilidad en los niños. Una de las tareas más importantes en la educación y en la formación de nuestros hijos e hijas es enseñarles a ser responsables. Debemos inculcar el valor de la responsabilidad desde que los niños y niñas son pequeños, creando un ambiente en casa que ofrezca los recursos y la información necesaria para conseguirlo.

Asumir el resultado

Para que comprendan y pongan en práctica el sentido de la responsabilidad se requiere orientación, paciencia, constancia, confianza… Debemos permitir que nuestros hijos e hijas participen en la toma de decisiones, darles la oportunidad de asumir el resultado de sus acciones, comprender los fracasos y limitaciones y elogiar sus logros (“lo has hecho muy bien”, “estoy muy contento/a”).

 El pequeño y la pequeña deben saber que cuentan con el afecto y el apoyo incondicional de su padre y de su madre, y debemos enseñarles con el ejemplo (es más fácil que el niño sea responsable si ve que sus padres también lo son).

Medidas que los padres y madres podemos llevar a cabo para fomentar este valor:

– Establecer normas generales que sirvan como puntos de referencia, y que el niño/a asumirá conforme vaya creciendo.

– Asignar primero tareas muy simples para ir pidiéndole poco a poco otras más complejas.

– Ser muy claros para que entiendan muy bien lo que esperamos de ellos y de ellas.

– Explicarles paso a paso lo que deben hacer. Realizaremos con ellos/as las tareas para que aprendan y puedan hacerlas luego solos.

– Establecer un sistema de recompensas (no de soborno) al principio, que se irá retirando a medida que tengan asimilada la tarea (las recompensas no deben ser siempre materiales).

– Enseñarles a valerse por sí mismos/as, que vayan siendo más autónomos/as y sean capaces de realizar con independencia progresiva las diferentes tareas.

   Aunque son pequeños, siempre hay tareas que pueden hacer, como recoger sus juguetes, ayudar a poner y a quitar la mesa, recoger la ropa cuando se la quiten, llevar la ropa sucia al lugar asignado para ello, etc., siempre adecuándolas a la capacidad y a la edad del niño o niña. Igualmente debemos enseñarles a ser responsables cumpliendo los reglamentos y horarios de las rutinas cotidianas, de los juegos, de las actividades escolares y extraescolares. Los padres y las madres debemos ser firmes, coherentes y pacientes estableciendo horarios, reglas, normas, costumbres y rutinas lo más regulares posibles, aun cuando la flexibilidad también es importante.

Educar a nuestros hijos e hijas en la responsabilidad conseguirá:

– Hacerles más independientes y maduros.

– Fortalecer su autoestima y la confianza en ellos/os mismos/as.

– Favorecer el trabajo en grupo en beneficio de la familia.

– Desarrollar la toma de decisiones.

– Aprender de los errores.

– Desarrollar la capacidad de organización y el manejo de los recursos que tienen a su alrededor.

– Contribuir a la adquisición de hábitos de constancia, esfuerzo, iniciativa y trabajo.

– Favorecer el rendimiento escolar.

– Fomentar la autonomía personal.

– Hacer de ellos y ellas futuros adolescentes y adultos responsables, ordenados, íntegros, que valoren aún más a quienes realizan las tareas más pesadas, en este caso, sus padres.

  Con estos mimbres se pueden construir buenos cestos, pero hay que tener en cuenta que la educación emocional no es infalible. Cada niño y cada niña es un mundo diferente, con sus propios procesos internos que ni ellos mismos son capaces de reconocer y expresar. Los padres deberían dedicar tiempo y energía a observar y comprender a sus hijos, a conocerlos, a entender lo que les pasa y, aún así, la complejidad de educar sigue siendo un aspecto siempre presente.

José Antonio Sande Martínez

Terapeuta y educador emocional

Noray

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