Hace unos meses escribí una carta contando cómo había sido hasta entonces mi vida con respecto a la sexualidad y al placer. Pues bien, unos meses después, quiero contaros cómo está siendo ahora mi vida.
Lo primero deciros que yo, el concepto de placer, no lo vivía como tal, y no me refiero sólo en el plano sexual, me refiero a todo lo que implique placer en el día a día, por ejemplo comer, ducharse, tumbarse y no hacer nada… Para mí, comer no era un placer, era una necesidad, no me paraba a disfrutar del momento, de los sabores… Ahora que estoy descubriendo el placer de comer, saboreo, disfruto, lo vivo, ¡hasta se me hace la boca agua! (concepto que antes desconocía).
Lo mismo me pasa con la ducha… ¡Ay, por Dios, la ducha!, qué momento tan maravilloso, ¡casi equivale a tener un orgasmo!, y no lo digo en broma, lo digo muy en serio. Antes, mis duchas eran rápidas, frías, sosas y totalmente carentes de placer, ahora se han convertido en “mi momento favorito” del día. Para los y las que no lo hayáis probado, por favor, hacedme caso, tomaos vuestro tiempo, calentad el baño, poned unas velas, un poco de música y disfrutad de ese momento, sintiendo cómo el agua calentita resbala por el cuerpo a la luz de las velas…, sin prisas, sólo disfrutando del momento. Para mí, uno de los momentos más placenteros del día. Si os animáis, ya me contaréis.
El proporcionar descanso al cuerpo, también he sentido que es placentero. Estaba tan acostumbrada a vivir siempre con falta de tiempo y tan estresada, que veía una pérdida de tiempo el descanso, estar sin hacer nada o disfrutar plácidamente con una siesta o leyendo un libro. Así que he estado tantos años sin saber disfrutar de los placeres de la vida que, a veces, lo pienso y me da rabia, pero luego me paro y pienso que no me tengo que centrar en lo no vivido, sino en lo que me queda por vivir.
Con respecto a las relaciones sexuales, tengo que decir que estoy viviendo un momento de autodescubrimiento y aprendizaje. Desde mi ignorancia, siempre había pensado que, respecto a ese tema, no había nada que aprender, que era así de básico y así de simple, que no hacía falta saber tanto para abrirte de piernas y que el tío te la meta, haga cuatro movimientos tipo conejo, se corra y se eche a dormir como un oso perezoso… Ahora veo lo equivocada que estaba.
Sé que me queda un mundo por descubrir, que tengo muchas cosas que aprender. De momento os cuento algunas de las cosas que estoy aprendiendo. Estoy aprendiendo a pedir tanto con palabras como con el cuerpo. Tengo que decir que pedir con palabras es algo que me cuesta bastante. Yo he sido educada para ser una mujer “formal” y “educada” y no para decir “guarradas”, y menos en la cama. Así que os podéis imaginar…, mi mente trabajando a toda velocidad buscando palabras que no suenen vulgares a la hora de pedir que me hagan algo, porque siento que si lo digo como me viene a la cabeza, una parte de mi dice “eso no es propio de ti”, llevándome a pensar, además, que voy a hacer el ridículo de mi vida. Pero bueno, iré trabajando en ello.
También estoy aprendiendo a escuchar y a observar lo que siente o lo que pide el cuerpo de la otra persona y lo que eso provoca en mí. Me estoy dando cuenta de que darle placer al otro es muy excitante y placentero. Además, por otro lado está la sensación de poder sobre el otro, que añade una dosis extra de placer, por lo menos en mi caso. Es sorprendente sentir cómo una persona, con sus manos, su boca, sus palabras, puede llevar a la otra al máximo placer.
Todo esto que cuento no está siendo tan fácil, teniendo en cuenta que llevo cuarenta años programada para comportarme, sentir y ser de una determinada manera. Desprogramarme de vergüenzas, mandatos, timidez, educación, etc. me está costando lo mío, lo voy consiguiendo, pero para eso hay que atreverse, dar un paso adelante y ver que, cuando atraviesas esas barreras, lo que te espera es mucho mejor que lo que tenías.
Quizás, para muchas personas que lean estas líneas, les pueda resultar extraño todo esto que cuento y lo entiendo y lo respeto, pero también puede haber otras que se sientan identificadas conmigo. Personas que, como yo, han estado la mayor parte de su existencia complaciendo a los demás, olvidándose totalmente de ellas mismas, tanto en lo sexual como en el día a día. Ahora, casi estoy empezando de cero y ya no lo veo como algo negativo, sino todo lo contrario. Es muy estimulante e, incluso, divertido. También soy mucho más consciente del nivel de ignorancia en el que vivimos muchas mujeres y muchos hombres.
Así que, si yo, relatando mi historia, colaboro y ayudo a alguien, me daré por satisfecha.
Por último, os animo desde lo más profundo de mi corazón a que busquéis vuestros propios placeres, que os soltéis la melena, que os comportéis, sintáis y seáis como queráis ser y no como nos han enseñado que hay que ser y que tanto nos ha limitado.
Intentadlo… Ya veréis la buena cara que se os pone.
Un beso y hasta pronto. Continuará…
Paciente anónima
Noray Terapia Floral