A lo largo de los cuatro últimos años, tanto en los cursos sobre arquetipos femeninos y esencias florales como en la consulta, he tenido oportunidad de utilizar las esencias florales de La canción de Eva en numerosas ocasiones. Al poner en común la información de mi experiencia con la de otros y otras terapeutas la opinión unánime es la de la profunda capacidad de transformación que estas esencias aportan al proceso terapéutico. No sólo son efectivas sino que, utilizadas con el necesario conocimiento, son realmente potentes y rápidas, acortando notablemente los procesos de toma de conciencia, trascendencia e integración del campo de información arquetípica que pueda estar limitando a la persona.
Presento aquí la experiencia real de algunos casos, obviamente los nombres, edades y algunos otros datos han sido cambiados para mantener la privacidad de las personas. El resto de la información es real y puede servir para hacerse una idea de la efectividad de las esencias, siempre y cuando sean utilizadas con el conocimiento pleno del campo de información que conllevan.
Ambos casos forman parte del libro “Arquetipos femeninos y esencias La canción de Eva” escrito en coautoría con Laura Mayorga y que próximamente será editado por Continente.
Eva.
Andrea, de 38 años, era una mujer triunfadora, con un alto puesto en la función pública, trabajadora, competente, con cierto grado de poder, una buena posición económica, pero algo en su vida no encajaba, ya que no se sentía serena ni satisfecha. Llegó a la consulta en un estado de desarmonía notable, con ansiedad, decepción vital, hipersensible y otros síntomas externos de una gran desarmonía interior. Comenzamos el proceso terapéutico atendiendo a aquellos aspectos de su vida presente, interna y externa, que podían estar contribuyendo a mantenerla en dicho estado. Durante un tiempo trabajamos con esencias florales del sistema Bach, hasta que en un momento dado apareció el tema de la sexualidad, cuestión que también era problemática para ella. Sus relaciones sexuales eran poco satisfactorias y tenía gran dificultad para disfrutar y llegar al orgasmo. Profundizando en esta faceta de su vida salió a la luz la “educación sexual” que había recibido en su infancia y juventud, especialmente de su madre, a base de comentarios y alusiones hacia la sexualidad como algo sucio, inadecuado, pecaminoso, etc. El hecho de escuchar durante años estos comentarios había dejado en su plano emocional un recuerdo que, aunque a nivel intelectual sabía que era carente de todo sentido, a nivel emocional no podía dejar de sentir esa suciedad, ese “pecado” que estaba cometiendo, por lo que cuando mantenía relaciones sexuales le venía a la mente la imagen y la voz de su madre recordándole sus opiniones sobre el disfrute y el sexo. Sin quererlo, y en algunos aspectos de manera inconsciente, no era capaz de disfrutar ni de vivir una sexualidad sana por aquella educación recibida, sintiéndose sucia, pecadora y culpable consigo misma, a lo que se añadía el enfado por no poder deshacerse de aquellas ideas.
Al mismo tiempo que trabajábamos otros aspectos de su vida con esencias de Bach, iniciamos la toma de la esencia Eva – mujer culpable. A partir del primer mes Andrea comenzó a disfrutar más de su sexualidad, a no recordar las palabras de su madre ni a tenerla presente durante sus relaciones sexuales. Poco a poco el campo de información negativo creado en torno a la sexualidad se fue diluyendo, ya no se sentía sucia ni pecadora y la culpabilidad que durante tantos años la había atormentado fue dejando paso a la satisfacción sin remordimiento. De esta manera consiguió sanar un aspecto importante de su vida que la mantenía en tensión y en desarmonía vital, trascendiendo aquella “educación” recibida, propia de otros tiempos de mayor ignorancia y represión.
Hera.
Carlota llegó al curso de Terapia Floral más por desesperación que por curiosidad. Desde hacía algún tiempo su estado emocional se había ido alterando, pasando de la alegría cotidiana a una sensación de desinterés vital que le hacía vivir cada día con esfuerzo y desesperación. A sus 39 años parecía que lo tenía todo para ser feliz, una casa grande y bonita, dos hijas sanas y activas, un pequeño trabajo que le dejaba tiempo libre y le proporcionaba algo de dinero y satisfacción y un marido empresario, hombre de cierto éxito en su ramo. Sin embargo, Carlota no se sentía satisfecha, carecía de serenidad y cada nuevo día no era más que la repetición del anterior. A través del trabajo con la Terapia Floral fue aprendiendo a mirar hacia dentro, a atender a sus sensaciones, emociones, sentimientos y pensamientos y a descubrir qué aspectos dentro de ella permanecían desarmonizados y no le permitían vivir con serenidad. El curso de “Arquetipos femeninos y esencias florales de La canción de Eva” fue toda una revelación para ella, pues en cuanto se expuso el arquetipo Hera se dio cuenta de que tal y como estaba presentado, así era su vida. Se sentía insatisfecha consigo misma, con su vida y con su relación de pareja porque su marido, trabajador incansable, estaba más centrado en su empresa que en ella. Cuando llegaba a casa el hombre sólo quería relajarse, desconectar, y no la atendía a ella ni a las cosas que había hecho en la casa o en su trabajo, no se interesaba por ello y esto hacía que Carlota sintiese que no era importante, que no era apreciada ni valorada. Como en el caso del arquetipo, esperaba que su marido le diese valor a ella como persona, apreciando sus actividades o su trabajo y fundamentando su satisfacción interior en la apreciación de su marido y no en lo que ella sintiese por sí misma. Esta situación hacía que las expectativas cotidianas de Carlota respecto a lo que su marido debía hacer y demostrar se viesen frustradas cada día y su estado de ánimo, su confianza y su autoestima fueran disminuyendo poco a poco. Además, dado el círculo de relaciones sociales en el que se movían, Carlota permanentemente se mantenía al servicio de su marido para fiestas, viajes o cenas, acompañándolo y asumiendo el papel de esposa bonita, extrovertida y feliz que agrada a todo el mundo, aunque en muchas ocasiones, en su interior, no sintiese esto como real.
La toma de la esencia Hera – esposa comprometida provocó un cambio en su actitud y en su ánimo. Pronto comprendió que la sensación de realización y satisfacción que ella buscaba no la iba a encontrar en su marido, ya que este estaba demasiado centrado en su trabajo, reuniones y comidas, y que, en el fondo, tampoco era su función. A raíz de esta toma de conciencia comenzó a asumir su responsabilidad para consigo, a desarrollar más su mundo profesional y personal, a priorizarse a sí misma en todos lo sentidos. Este cambio de conciencia le llevó a abrir su mente y su mirada, se dio cuenta de que su armonía y satisfacción dependía exclusivamente de ella y puso en marcha un proyecto personal y laboral que, “sorprendentemente” comenzó a tener éxito y a proporcionarle esa satisfacción interior que tanto deseaba. Integrado el arquetipo, la influencia de este como limitación en su vida cotidiana ha desaparecido y ahora se siente plena y realizada, con la capacidad de afrontar la vida y sus situaciones desde un lugar diferente, sin esperar que sea su marido el que tenga que venir a solucionar o a validar sus ideas, decisiones o acciones. Se ha vuelto una mujer independiente, fuerte y segura, algo que ella quería sentir a través de la figura del marido pero que ha tenido que aprender a crear desde ella misma.
Estos y muchos otros trabajos han podido ser resueltos gracias a la sabiduría de las esencias florales, verdaderas maestras para un terapeuta floral que sepa escucharlas y reconocerlas en toda su profundidad informativa y energética.
Sin duda os animo a formaros en profundidad en el uso de este sistema floral porque el beneficio que aporta al trabajo terapéutico es verdaderamente interesante.