“Me da una de cal y otra de arena” es una expresión que se escucha a menudo en las consultas de terapia emocional. Deriva del dicho popular “dar una de cal y otra de arena”, que en su origen tenía que ver con el mundo de la construcción, cuando no se había inventado aún el cemento y se construía con una mezcla de cal y de arena llamada mortero. La cal era un material más caro y escaso mientras que la arena era más barata y abundante, por lo que en ocasiones se abarataba la construcción poniendo más arena que cal, mermando la calidad de las paredes y muros.

Trasladado a las relaciones interpersonales y el mundo emocional, recibir o dar “una de cal y otra de arena” significa que se da o recibe una buena y una mala, un halago y una crítica, una situación amorosa y otra de desencuentro o bronca. Y esto tiene más importancia de lo que en principio podría dársele. Veamos por qué.

En el mundo de las relaciones interpersonales, ya sea de amistad, laborales, de pareja o de familia hay personas que un día halagan y tienen gestos afectuosos y otro día critican o humillan o tienen gestos incluso de maltrato y ello sin causa o razón aparente. De este modo, y de manera impredecible, lo mismo un día están cariñosas que están irritables, lo mismo hoy halagan que mañana critican o, sin motivos conocibles, hoy tratan a su pareja con el mayor cariño del mundo y mañana, de nuevo sin saber por qué o por qué no, la tratan de manera irrespetuosa o, incluso, agresiva. Esto puede suceder de manera inconsciente, sin que la persona que mantiene esta conducta se dé cuenta, puede incluso negarlo, pero también hay personas que saben muy bien lo que hacen y es de manera premeditada, calculada y con unos objetivos claros: manipular, ejercer poder, sacar algún provecho, etc. Del mismo modo, quien recibe esta conducta, puede vivirlo de manera consciente o inconsciente.

Es importante saber que este tipo de conductas tienen un origen y una intencionalidad “insanos” y unos efectos negativos importantes sobre las personas que los reciben. Analicemos estos tres puntos: origen, intencionalidad y efectos.

El origen de dar una de cal y otra de arena tiene varias posibilidades. Puede darse la situación de que la persona sea muy inestable emocionalmente y que depende de cómo se encuentre ese día o en ese momento vea las cosas de manera positiva o negativa, expresándolo sin filtro ninguno y culpando a los demás de lo que percibe como negativo. También puede ser que la persona sea caprichosa en su voluntad o quiera ejercer autoridad y que las cosas que hoy son blancas mañana son negras y nunca se sabe por dónde va a salir, haciendo crítica hoy de lo que ayer hacía halago. Otra posibilidad es la de dominar a otros, para lo que la persona recurre a la estrategia de mermar su autoestima y seguridad a través de lo que se conoce como indefensión aprendida.

La indefensión aprendida, también denominada por algunos expertos como impotencia aprendida, es un término utilizado en psicología para hacer referencia a aquellas personas que han «aprendido» a comportarse de forma pasiva ante todo tipo de problemas. Por lo general, estas personas sienten que son incapaces de hacer nada a pesar de que, ante sí, tienen oportunidades para cambiar la situación. De este modo, lo que esperan es no tener que enfrentarse a situaciones desagradables. Habitualmente, este problema psicológico surge cuando un sujeto se ha enfrentado en repetidas ocasiones a determinadas situaciones sin que sus actos hayan conseguido surtir el efecto que realmente quería. Esto acaba derivando en una sensación de impotencia y en la percepción de que aquello que le rodea es incontrolable y que, por lo tanto, lo mejor es no hacer nada. De hecho, hasta cuando el resultado es el deseado, el sujeto tiende a pensar que no se ha producido por las acciones llevadas a cabo, sino por puro azar o porque debía ser así. La persona que sufre indefensión aprendida acaba desarrollando una serie de problemas adicionales. En concreto, podemos citar los siguientes: paralización ante problemas que requieren rápida respuesta; bloqueo mental frente a situaciones a corto, medio o largo plazo; necesidad de huir de los problemas; evitar situaciones que puedan resultar incómodas; negar el enfrentamiento con las causas de los problemas; incapacidad de ayudarse a sí misma. Como consecuencia de todo ello, la persona que sufre indefensión aprendida acaba teniendo un grave problema de autoestima. Además, este se ve incrementado por una falta de motivación extrema. Todo esto se traduce en que la voluntad del propio sujeto queda siempre subordinada a cualquier aspecto externo. Incluso, en casos extremos, pueden surgir síntomas depresivos y de ansiedad.

(Fuente: https://www.psiquion.com/blog/indefension-aprendida)

Trasladado a la cuestión de una de cal y otra de arena, esta actitud puede llegar a provocar en las personas que la reciben con cierta constancia la sensación de no saber cuándo las cosas van en serio y cuándo en broma, cuándo han metido la pata y cuándo la otra persona está dramatizando, exagerando, manipulando o maltratando, lo que implica una incertidumbre que lleva a ese sentimiento de que “haga lo que haga no puedo influir en la situación”, ya que todo depende de con qué pie se ha levantado ese día la otra persona.

La intencionalidad de esta actitud de dar una de cal y otra de arena puede tener un fuerte componente inconsciente, pero no por ello menos dañino. De modo general se trata de una manera de ejercer poder. Si alguien se está preguntando para qué sirve ejercer poder sobre otra persona ofrezco una respuesta simple pero muy clara: ejercer poder forma parte de la naturaleza egoica humana, y más en los casos de personas insanamente dominantes, manipuladoras, egocéntricas, narcisistas, chantajistas o maltratadoras.

Con estas actitudes, a menudo inconscientes tanto para quien las manifiesta como para quien las recibe y otras veces bien conscientes, la estrategia de dar una de cal y otra de arena es de manual. El problema es que quien recibe esta conducta suele sentirse en la duda de si su percepción es acertada o si se está imaginando las cosas. Incluso, cuando se lo comunica a la persona que mantiene esa actitud, ésta lo niega y argumenta de tal manera que la otra persona se queda con la duda y prefiere no acusar o no tomar cartas en el asunto. Si esto sucede a menudo sería bueno revisar las situaciones en las que sucede, así como la frecuencia y si sucede en público o en privado, factores que pueden dar pistas sobre las intenciones que hay detrás del “jueguecito”.

¿Y qué pasa con los efectos de esta manera de relacionarse? Como ya se ha descrito anteriormente, la indefensión aprendida, la duda constante, la sensación de que se es juzgada injustamente, la pregunta constante de “¿seré yo que me estoy equivocando?”, van consumiendo energía psíquica. Pero no sólo esto, se produce una merma paulatina de la autoestima, el autoconcepto y la autovaloración, se entra en inseguridad, en dudas a la hora de percibir la realidad, desarrollando incluso la sensación de que uno o una tiene un problema mental, porque ve “malas intenciones” donde no las hay o insinuaciones veladas o humillaciones en lugar de bromas. Todo esto mina la salud emocional y mental de la persona y, con el tiempo, la salud física.

Estas pueden llegar a ser las consecuencias de que una persona nos trate dándonos una de cal y otra de arena. Todo depende de la fortaleza interior y grado de asertividad que tengamos. Si estas cualidades son altas, seguramente que en algún momento de la relación con esa persona le pediremos que deje de tratarnos de esa manera o decidamos ponerla en un lugar menos cercano. Sin embargo, en el caso de que seamos personas con baja autoestima, poca asertividad, miedo al conflicto, etc., probablemente nos veamos afectadas y mediatizadas por dicha manera de tratarnos, lo que sería realmente tóxico.

Espero que, con este esclarecedor texto sobre esta estrategia o conducta insana, puedas darte cuenta de si alguna persona en tu entorno te trata de esta manera y puedas identificarla como tóxica o, al menos, inadecuada.

José Antonio Sande Martínez

Terapeuta emocional

Noray Terapia y Formación

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