El Amor (en cursiva para indicar que me refiero a un concepto general) es un sentimiento al mismo tiempo personal y general. Personal pues cada persona lo vive en sí misma en base a su idiosincrasia y a su naturaleza; general en cuanto que es un sentimiento universal al que ninguna persona puede (ni debe) sustraerse. Ahora bien, el Amor no es igual para todas las personas, ya que depende de infinidad de factores: internos y externos, temperamentales, educativos, culturales, sociales, sexuales, familiares, psicológicos, trascendentes, etc.

Hay un factor que es determinante para poder vivir y cultivar el Amor de pareja y otras expresiones de Amor, un factor que puede ser considerado como la sangre del proceso de la vida y sin el cual el Amor nace y muere al mismo tiempo, aunque no se sea consciente de ello, un bien que escasea en muchas sociedades sin que las personas que viven la carencia se den cuenta de la misma: el Amor necesita tiempo. ¿Y quién tiene tiempo hoy en día? Además, a la necesidad de tiempo acompaña la necesidad de serenidad, estado imprescindible para poder escuchar al Ser Interior y al Alma, fuente de la que nace el Amor. Sin tiempo y serenidad no hay otro remedio que escuchar al ego, sede de otro tipo de Amor, el amor en minúscula, el amor irradiado por el ego con todas sus carencias y excesos. Un tipo de amor que se basa en el miedo, el estrés, el exceso y la carencia, mientras que el Amor en consciencia basa su naturaleza en la serenidad y las justas medidas.

SIN TIEMPO Y SERENIDAD NO HAY OTRO REMEDIO QUE ESCUCHAR AL EGO, SEDE DE OTRO TIPO DE AMOR, EL AMOR EN MINÚSCULA, EL AMOR IRRADIADO POR EL EGO CON TODAS SUS CARENCIAS Y EXCESOS.

Ambos Amores conviven no sólo en la sociedad, en la familia y en la pareja, también dentro de cada persona, pues ego y consciencia están presentes en cada individuo, amén del aspecto espiritual. Aquí es donde residen el amor, el Amor y el AMOR.

Sin tiempo hay amor, pero no Amor, y sin trascendencia hay Amor, pero no AMOR. Cada una de estas dimensiones del Amor difiere de la anterior en tiempo y forma, en amplitud y profundidad, en impresión y expresión, en intención y atención. Son tan diferentes que pueden llegar a encontrarse y no reconocerse mutuamente. Podría decirse que son aguas de diferentes ríos que van por cauces paralelos. Si se encuentran en una misma desembocadura hacia el mar serían aguas que tratan de mezclarse pero que no lo conseguirían, puesto que sus densidades son diferentes.

SIN TIEMPO HAY AMOR, PERO NO AMOR, Y SIN TRASCENDENCIA HAY AMOR, PERO NO AMOR.

Abordemos el tema del tiempo. El ego vive en pasado o en futuro, tiempos inexistentes para la consciencia, así que el amor egoico está en el pasado o en el futuro. La consciencia vive en presente, por lo que el Amor en consciencia requiere del aquí y ahora, la presencia presente. El Espíritu vive ajeno al tiempo, pues trasciende la dimensión temporal humana, y su AMOR trasciende los valores y parámetros egoicos y de consciencia, pudiendo alcanzarse cuando la persona consigue trascender su egoicidad, su consciencia, y sus dimensiones de pasado, futuro y presente. Si ya es difícil aprender y conseguir vivir en presente… ¡como para vivir más allá del tiempo! Por ello es tan complicado dejar de vivir el amor egoico, porque las personas, en general, no tienen tiempo para vivir en presente, no digo ocasionalmente sino cotidianamente.

Para conseguir esto hay que hacer un proceso de despertar de la consciencia, lo que no está en el camino de todas las personas pues es necesario transitar antes los estadios evolutivos egoicos. Y en esto, como en tantas cuestiones de la vida, también hay grados. No es lo mismo vivir en un grado de consciencia prepersonal que personal y, consecuencia de ello, el Amor no es el mismo ni se vive ni se expresa de igual manera. Esto complica aún más la cuestión, pues solemos tener la mala costumbre de necesitar y querer que nos amen y, además, de una manera que nos resulte grata, ¡si es que somos de un caprichoso…!

Si la cuestión del Amor fuese sencilla hace siglos que se hubiese resuelto, embotellado y vendido en cómodas dosis, pero no lo es, es quizás el enigma mejor guardado de la historia y del Universo. ¿Será el Amor en otros mundos similar al nuestro? ¡Vaya pregunta!, ¡pero si la manera de entender y vivir el Amor de mi vecina ya es diferente a la mía! En estas cuestiones creo que nada sustituye a la experiencia en primera persona, siempre que vaya acompañada de la intención de aprender, comprender y trascender una y otra vez hasta que se haya completado el viaje desde el amor, a través del Amor y hasta el AMOR. Y en esto, una vez más, todos somos almas en proceso.

José Antonio Sande Martínez

Noray Terapia Floral

Socio COFENAT nº 336805

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