El ego es un constructo de la psique humana cuya función fundamental es la supervivencia del individuo. Se configuró hace cientos de miles de años como un mecanismo cerebral, instintivo y automático que permitía la supervivencia con mayor eficacia y rapidez que la función mental o la emocional y que se activaba en situaciones de estrés, lo que hacía de ello su motivo de existir. En la actualidad el ego sigue necesitando el estrés para mantenerse activo, pero en la vida occidental acomodada ya no se dan a menudo situaciones en las que la vida corra peligro. Por ello, el ego utiliza los excesos y carencias (defectos) emocionales y mentales que alteran a la persona para sentir ese estrés, de modo que pueda conseguir su alimento y seguir en funcionamiento.
Por regla general la persona no es consciente del tiempo que el ego permanece activado, ya que esto sucede desde el nacimiento y de manera ininterrumpida. Con el paso de los años, en base a la programación instintiva, mental y emocional del ego, se crea la identidad yóica, es decir, la sensación de un yo o identidad con el que la persona se identifica y toma como su ser (en este caso se vive en un estadio egóico de consciencia). Además, es importante no olvidar que entre el 93 y el 97 % de la vida sensorial, emocional y mental de una persona puede transcurrir en el plano inconsciente, por lo que un amplio porcentaje de esa identidad egóica permanece oculto a la conciencia (atención consciente) de la persona pero sin dejar de influir en su vida cotidiana. El ego se manifiesta, entre otras formas, a través de la programación emocional (emociones y sentimientos) y mental (creencias y pensamientos), que puede ser consciente e inconsciente y sana e insana. La diferencia entre lo sano y lo insano se valora en función de la tensión o estrés que provoque a la persona y a sus sistemas y de los factores de intensidad, frecuencia y duración. Es necesario tener en cuenta que en el plano emocional no hay una única lógica, lo que es sano para una persona puede ser insano para otra, depende de factores como el estadio de consciencia y los aprendizajes a integrar.
El tránsito desde el ego hacia el despertar de la consciencia pasa por la mirada hacia el interior, el ajuste de las carencias y los excesos y el abandono del estrés. El ego es naturalmente reactivo, de modo que la mayoría de las conductas cotidianas responden a programaciones egóicas, automáticas e inconscientes que la persona confunde con su voluntad (“Yo soy así”) y que le transmiten una percepción de la realidad que toma como la única realidad, sin darse cuenta de que si tuviese otra programación (otro ego) percibiría otra realidad emocional y mental diferente.
Resumen sobre el ego:
– El ego sirve para sobrevivir.
– Es reactivo de manera natural.
– Es inconsciente en un 93 – 97 %.
– Se alimenta de excesos, carencias y estrés.
– Evolucionar implica dejar de alimentar al ego.
– Cuando el ego cede terreno, despierta la consciencia.
La consciencia es la cualidad de relación con el yo, con los otros y con lo otro. La consciencia en el ser humano es una función del Ser Interior, que se experimenta y manifiesta en diferentes grados en base al proceso de evolución de dicho Ser Interior a lo largo de la vida. A partir de cierto nivel evolutivo, la consciencia permite la percepción, comprensión y aprehensión de la existencia más allá de la mera construcción mental, dotando a dichos procesos (percepción, comprensión y aprehensión) de una amplitud y profundidad mayores que lo posibilitado por el pensamiento racional. La consciencia forma parte de la naturaleza trascendente de la existencia y, a partir de cierto estado de evolución, desarrolla progresivamente una libertad, serenidad y quietud interiores no alcanzables en estados anteriores de desarrollo egóico.
El horizonte de consciencia es el límite de consciencia que define a cada persona en su relación con el yo, con lo otro y con los otros. Es decir, es la capacidad máxima que cada persona tiene para observar, relacionarse, interaccionar y comprenderse a sí misma, a las demás personas y a la realidad en la que vive. Este horizonte es diferente para cada persona, pues los estadios y los niveles de consciencia son graduales y cada persona se encuentra en un momento diferente de evolución.
Existen diversas clasificaciones de los niveles de consciencia: Pirámide de Maslow, Dinámica Espiral de Graves, Escala de conciencia de Hawkins, etc. El factor común es que el ego es el inicio, el Espíritu es el final y, en medio de esos dos estadios está la consciencia.
De manera muy resumida se puede hablar de cuatro estadios de consciencia, dentro de los cuales se dan diferentes niveles o grados:
– Estadio Ego / Prepersonal.
– Estadio Consciencia + ego / Personal.
– Estadio Consciencia / Transpersonal.
– Estadio Espíritu / Espiritual.
Lo que no alimenta al ego alimenta a la consciencia. A medida que se desarrolla la consciencia, su profundidad y amplitud merman la energía del ego y la identidad egóica se van diluyendo. La consciencia se alimenta de justas medidas y serenidad. Buscar estos “alimentos” implica un proceso de cambio en la relación con el yo, con lo otro y con los otros. El desarrollo de la consciencia es un proceso interior que no puede ser comprado o consumido. Se alcanza a través del trabajo interior, la atención, la intención y la aplicación de diferentes técnicas que han de ser aprendidas y aplicadas. También se puede producir de manera espontánea, por la toma de algunas sustancias que alteran o expanden la consciencia; o incluso como resultado de experiencias emocionales o espirituales impactantes que conllevan un salto de consciencia.
El desarrollo interior tiene como objetivo diluir, en parte, al ego y ampliar la consciencia. Esto se puede lograr a través del trabajo sobre los planos emocional, mental y espiritual. Para ese desarrollo interior es necesario dejar de alimentar al ego con excesos, carencias y estrés (emocional y mental) y alimentar a la consciencia con justas medidas y serenidad. En este sentido, la máxima “No luches contra el defecto, desarrolla la virtud opuesta” es una herramienta poderosa, cuando se comprende a fondo su significado.
Evolucionar a través de los estadios y niveles de consciencia es un proceso en el que la persona se aleja del Miedo y de los miedos, por ello suele crear desconcierto en quienes le conocen, ya que la persona, al no vivir en el miedo, toma las riendas de su vida y la vive de una manera diferente a lo que se considera “normal”.
Resumen sobre la consciencia:
– La consciencia sirve para evolucionar.
– Es una decisión y una acción voluntaria.
– Se alimenta de justas medidas y serenidad.
– Evolucionar implica alimentar a la consciencia.
– Implica vivir en acción en lugar de en reacción.
– Cuando la consciencia crece, se dirige hacia el Espíritu.
El punto de partida para la evolución hacia el Espíritu es la disolución del ego (yo) y el desarrollo del “Yo” vinculado al Ser Interior, el más cercano a la esencia misma de la persona. Quien dota de libre albedrío al ser humano es su naturaleza trascendente (Espíritu) y su Ser Interior (Consciencia), mientras que es el ego, precisamente, quien coarta la libertad de Ser.
Todas y cada una de las personas que habitan en el planeta son almas en proceso, algo más que la mera existencia. El ser humano tiene en su esencia los medios para avanzar desde la densidad de la Ignorancia y el Miedo (ego) hacia la sutileza infinita de la Sabiduría y el Amor (Espíritu). La herramienta fundamental es la Consciencia. La capacidad de crear con esa herramienta está en función del grado de consciencia que el alma aporta a la persona y de la voluntad consciente que se ponga en marcha. Lo que define profundamente el grado de consciencia de una persona, al menos en su punto de partida, es la edad del alma y las existencias y experiencias vividas por la misma, por eso hay almas jóvenes, almas avanzadas y almas viejas. ¿De qué depende el nivel de consciencia? A mi entender, el primero y fundamental de los factores es la edad del alma y el segundo el desarrollo que se haga de esa consciencia a lo largo de la vida presente. Cada alma que se encarna trae consigo su propio nivel de consciencia y la persona, a lo largo de su vida, ha de ir despertando dentro de sí esa consciencia hasta que se despliegue en todo su potencial. A partir de ese punto se inicia, no el despertar de la consciencia, sino el desarrollo de la misma, contribuyendo así la persona a nutrir al alma en su proceso de evolución.
Cuando una persona no sigue los dictados de su alma termina por desarmonizarse y enfermar. Lo mismo sucede cuando no vive en el nivel de consciencia que le corresponde. Al vivir “en consciencia”, cada lección integrada amplía la percepción sobre la vida y permite comprenderla un poco más, evolucionando en la relación con el yo, con lo otro y con los otros y transitando del “yo” egóico al “Yo” de la consciencia y de éste al “YO” espiritual.
La compresión verdadera y profunda nutre al alma y la hace avanzar en su proceso de acercamiento a la Consciencia Creadora. La consciencia puede ser activada en algún momento de la vida por circunstancias diversas, entre las que está el desarrollo emocional voluntario. Cuando ese momento llega y se consolida, el siguiente paso natural es el despertar al Espíritu. Para dejar atrás la Ignorancia que esclaviza es necesario evolucionar la consciencia que lleva al reconocimiento de la Verdad y, con ello, a un mayor grado de libertad interior, pudiendo entonces acceder, al menos en parte, al libre albedrío y a otras leyes de la existencia de las que hablaré en futuros artículos.
Resumen sobre el Espíritu:
– La evolución de la consciencia lleva al Espíritu.
– Es una acción voluntaria y consciente.
– Se alimenta de una energía que se llama AMOR.
– Evolucionar implica alimentar al Espíritu.
– El fin último del Espíritu es la Consciencia Cósmica.
Este es el texto de una conferencia del año 2017 titulada Ego, consciencia y Espíritu y un adelanto de la temática de mi próximo libro, que espero que salga a la luz en el año 2018. Espero de corazón que os haya resultado interesante.
No se conoce la Verdad porque se es Libre, se es Libre porque se conoce la Verdad.