Ego, consciencia y karma, ¿tienen algo que ver estos tres conceptos?, ¿se les puede relacionar de modo que cada uno influya sobre el otro en un todo que afecta a las vidas de las personas? Vamos a verlo.
El ego pone de manifiesto aquellos aspectos que el Ser Interior ha de evolucionar a través de la personalidad. Dicho de otro modo, los defectos egóicos son las virtudes que la consciencia ha de desarrollar para dotar de sabiduría al Ser Interior y favorecer su viaje hacia el Espíritu.
Cuando una persona vive en ego a la vez vive en automático, dejándose llevar por los bucles del ego que la mantienen en una zona de confort en parte insana. Estos bucles hacen que la persona se mantenga atrapada en sus carencias y excesos (defectos), creando un estrés (consciente e inconsciente) que alimenta al ego e impide la entrada de la consciencia en esos aspectos fuera de justa medida. Esos bucles “atrapadores” impiden la evolución de la personalidad y el desarrollo de la sabiduría en el Ser Interior, a no ser que se esté “gastando el ego”. Si el bucle egóico es para gastar el ego la evolución se está dando, la persona está en proceso de desidentificación y trascendencia y el bucle queda abierto para progresar hacia la integración. Así pues, gastar el ego (leer artículos: Gastar el ego y Diferencia entre alimentar al ego y gastarlo) es una de las maneras de romper el bucle. La otra manera es trabajar para estar el mayor tiempo posible en consciencia.
Cuando la persona permanece atrapada en el bucle egóico sin gastarlo no hay evolución, por lo que se siguen cometiendo las mismas faltas hacia uno mismo, hacia los otros y hacia la vida. Estas faltas están sometidas a la Ley del Karma, según la cual toda acción tiene su reacción y a toda causa le sigue su consecuencia (leer artículos: Karma y libre albedrío y Sobre el karma, el libre albedrío y la predestinación). A medida que se va trabajando y ampliando la consciencia cada vez se vive menos en ego, lo que lleva a encontrar mayor cantidad de justas medidas en el devenir cotidiano, a crear menos desequilibrios, a alimentar menos al ego y a crear menos causas “negativas” origen de posteriores consecuencias kármicas “negativas”. Es por ello que el desarrollo de la consciencia elimina parte del karma negativo creando, además, un karma positivo para las siguientes vidas.
Con lo anteriormente expuesto no se quiere decir que haya que ser un santo o santa o convertirse en servicial, sacrificado y obediente y que esto garantice sanar parte del karma, la cuestión está más en las justas medidas que favorecen el viaje del ego hacia la consciencia, que es aquel en el que estamos embarcados prácticamente toda la población del planeta. Se trata por tanto de ir tomando consciencia de los aspectos de la personalidad que requieren ajustes en cada persona de manera individual, por esta razón es algo que sólo puede realizar cada persona consigo misma, sea de manera autodidacta o con profesionales que apoyen y acompañen en el proceso, sin olvidar que lo que para una persona es una justa medida para otra puede ser un exceso o una carencia. Esta cuestión no es igual para todos ni todos somos iguales en nuestras justas medidas.
Desarrollar la consciencia, dirigir la mirada hacia el interior, quitarle alimentos al ego y dárselos a la consciencia en forma de justas medidas y serenidad interior, favorece la sanación de aspectos insanos de la personalidad egóica a la vez que facilita el camino para el Ser Interior a través del aprendizaje y la evolución. La ganancia es doble ya que no sólo se sana karma negativo sino que se crea karma positivo para futuras vidas. Desde el aquí y ahora de la consciencia se puede incidir sobre las vidas pasadas y las vidas futuras. Es un gran poder que se alcanza al despertar la consciencia, pero del que casi nadie es consciente ni hace uso. Ese poder también está vinculado al libre albedrío que, de nuevo, se despierta cuando la persona pone a funcionar la consciencia y le va comiendo terreno al ego (Leer artículos: Libre albedrío I y II).
En nuestras manos está esta posibilidad tanto esperanzadora como atemorizadora. Es una parte más de esta extraña circunstancia que es el “existir”. Pero en lugar de sentir miedo o rechazo habría que disponerse al trabajo interior, aquel que uno no puede hacer por los demás ni los demás pueden hacer por uno. Este es el viaje del ego hacia la consciencia que cada día podemos iniciar con pasión, esperanza y determinación. Después de todo… seguimos siendo almas en proceso.
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