Día tras día, se tratan en Noray Terapia Floral mujeres que viven con la sensación de no estar aprovechando sus vidas. Día tras día, millones de mujeres entran en farmacias para comprar ansiolíticos y antidepresivos con los que calmar su desazón interior, esa sensación de angustia, ansiedad y depresión que anida en sus corazones y en sus mentes y de la que no comprenden el sentido. Día tras día, hay mujeres que consumen todo tipo de productos, gastan dinero en cosas que no necesitan y se enganchan a redes sociales, a relaciones insanas o a situaciones que no sólo no las enriquecen, sino que empobrecen sus vidas y sus corazones. ¿Por qué sucede esto?, ¿por qué es tan común?, y, más importante aún, ¿cómo salir de esa situación interior que tanto sufrimiento conlleva?
Obviamente, no todas las mujeres que se encuentran mal viven estas situaciones, pero sí puedo decir que un porcentaje considerable de ellas viven de manera insana al restringir su existencia a los roles de esposa, madre y ama de casa.
Se quiere hacer creer que, desde tiempos ancestrales, éstos han sido los roles fundamentales de las mujeres en el devenir de la humanidad, pero hay que tener en cuenta que en los primeros años de la ciencia de la antropología eran los hombres los que investigaban y escribían la historia. Con toda probabilidad, el sesgo masculino (y machista) ha descrito los papeles de la mujer en las sociedades y en las familias del pasado y, de igual manera, ha influido en la posición que éstas asumen en el presente. ¿De verdad ésos han sido los roles destinados para las mujeres a lo largo de miles de años? En algunos casos habrá sido así, pero no en muchos otros, en los que las mujeres han sido agricultoras, artesanas, guerreras, comerciantes, viajeras, escritoras y tantas otras profesiones y actividades que, en los libros, las películas y la memoria parecen haber estado siempre reservadas a los hombres.
“Esposa, madre y ama de casa, roles restrictivos para la mujer”
El problema (en mi opinión) es que la sociedad en sus múltiples facetas (educación, medios de comunicación, películas, literatura, pareja, familia, trabajo, estructura social, ocio, etc.) ha ido repitiendo dichas creencias y conductas, asentándolas en el inconsciente colectivo y permitiendo que se convirtieran en verdades absolutas que, en muchas ocasiones, las mujeres han asumido sin cuestionarlas, de modo que han fundamentado su autorrealización en ello.
Este diálogo interno es representativo de lo que muchas mujeres se han dicho interiormente:
- ¿Qué pasa si no me siento realizada siendo madre o si no deseo ser madre? Pues que algo malo debe haber en mi cabeza, porque todas las mujeres se sienten plenas al ser madres.
- ¿Qué pasa si no tengo pareja o si estar en pareja no es suficiente para sentirme bien? Pues que algo malo le pasa a mi cabeza, porque ser “esposa de” o “pareja de” es suficiente para ser feliz.
- ¿Qué pasa si no mantengo la casa impecable o si mi marido no va bien vestido? Pues que no cumplo con mi obligación de sostener un entorno doméstico perfecto que me haga sentir bien.
Estos debates internos y otros en la misma línea atormentan a miles de mujeres, llevándolas a pensar que no son normales, que algo malo tienen, que son inconformistas, rebeldes, desagradecidas o raras por el hecho de no ajustarse a los parámetros “normales” de esposas, madres y amas de casa.
Y si a alguna mujer se le ocurre intentar salir de esos parámetros, entonces su pareja, su familia, sus amistades u otras personas comentarán de ellas que “qué se piensa ésta que es la vida”, “qué esperabas…”, “qué ideas más raras tienes en la cabeza” o “a dónde piensas que vas con esa manera de ver las cosas”.
“Los roles que se viven tienen que ver con los niveles de consciencia”
Quizás, estas mujeres deban comprender que su nivel de consciencia, es decir, su manera de relacionarse con ellas mismas, con los demás y con la vida, es diferente. Que su mirada es más amplia y profunda, que su concepción de la vida se basa en parámetros diferentes, fundamentados en planteamientos menos machistas y egoicos y más cercanos a una consciencia de igualdad y equidad. Una vez que se llega a esta comprensión, toca mantenerse con firmeza en dicha posición, no ceder ni ante chantajes, ni ante amenazas, ni ante la ignorancia primitiva de hombres, mujeres y sistemas familiares y sociales que pretenden que la mujer sea la sirvienta, la sacrificada, la abnegada, la sometida y la sufridora. Estos roles han de ser abandonados cueste lo que cueste, aunque ello implique dejar atrás a familias o parejas incapaces de comprender la igualdad y el Amor en base a la consciencia y no en base al ego.
Para salir de estas situaciones se puede iniciar un camino en solitario, leyendo, hablando, comprendiendo, y también se puede recurrir a profesionales de la salud emocional, que ayuden a la persona a comprender sus limitaciones y que le aporten los recursos emocionales y mentales que faciliten dejar atrás la situación.
No permitáis que las creencias propias o ajenas os esclavicen u os sacrifiquen.
Sin embargo, y como bien apunta una paciente después de haber leído este artículo, también hay mujeres que por convicción propia, por instinto o por necesidad de su Ser Interior, deciden asumir alguno o todos estos roles de una manera natural, sin condicionamiento ancestral, cultural o educativo. Si esta opción se da de manera sana y natural no debería suponer un conflicto para la mujer. El problema surge cuando el entorno, sobre todo el masculino, no es capaz de acompañar en este proceso de manera equitativa, favoreciendo por ello una sobrecarga de la mujer. También sucede que muchas mujeres se niegan a recibir ayuda porque “él no sabe” o “él no lo hace como yo”, de modo que tampoco dejan implicarse al hombre en esa parte de las responsabilidades, favoreciendo en ellos una postura cómoda ya que “ella lo hace todo”. Entre la falta de conciliación, el machismo, el “no lo hace como yo quiero”, el “yo sola tengo que poder” y otros aspectos, casi siempre inconsciente, la mujer tiende a una sobrecarga que pasa factura, tanto en lo personal, como en la pareja, como en lo familiar. Y esto suele acabar en tensiones, estrés, desencuentros, resentimientos, ira acumulada, ansiedades y, llevado al extremo, procesos depresivos. Por ello, se hace necesario atender a múltiples factores sociales, culturales, mentales y emocionales que han de ser transformados para favorecer un mayor equilibrio en los aspectos anteriormente nombrados y, francamente, me temo que a día de hoy, con el nivel de consciencia medio, que predomina en la población, un abordaje consciente y sano de estas cuestiones va a llevar un poco de tiempo.
Para cerrar apunto una frase leída hace poco en una camiseta: “Si el amor te aprieta… es que no es de tu talla”. Se puede decir más alto, pero no más claro.
José Antonio Sande Martínez
Terapeuta floral y emocional
Noray Terapia Floral