En estos tiempos, y los otros, estas palabras pueden sonar algo extrañas. ¿Fiel a uno mismo o a una misma? Habría que empezar por saber en qué consiste la fidelidad y después, más complejo quizás, descubrir qué quiere decir eso de “uno mismo”.
La palabra fiel “se aplica a la persona cuyo comportamiento corresponde a la confianza puesta en ella o a lo que exige de ella el amor, la amistad, el deber, etc.”. A su vez, fidelidad deriva de fidelitas: “cualidad relativa a la lealtad o la fe”. Cuando se habla de que una persona ha de ser fiel a sí misma, en algún sentido, se puede entender que ha de tener fe en sí misma y ser leal consigo misma. El problema puede llegar cuando se ha de plantear a qué ha de ser fiel: ¿a sus pensamientos?, ¿a sus creencias?, ¿a sus emociones?, ¿a sus sentimientos?, ¿a sus intuiciones? ¿Y lo de tener fe? De nuevo topamos con el concepto de confianza, pues ése es uno de sus significados. Así que, según esto, la fidelidad a uno mismo se puede traducir en confianza en uno mismo. De acuerdo, voy a confiar, pero ¿qué es eso de yo mismo? Esto va a ser un poco más complicado de explicar.
Desde diferentes teorías de psicología, filosofía y espiritualidad, el ser humano no es una entidad unidimensional, sino que está configurado por diferentes planos que, unidos, dan cualidad de entidad con conciencia de sí mismo. Y también ha sido ya demostrado que esa conciencia de sí mismo implica diferentes grados de percepción, comprensión y relación, es lo que habitualmente se conoce como niveles de consciencia.
Edward Bach deseaba que cada persona llegase a ser fiel a sí misma como medio para alcanzar un estado de conexión con la Vida y con la Consciencia Cósmica. Escuchemos sus palabras:
“Nuestro cometido en la vida es seguir los dictados de nuestro Ser Superior, sin dejarnos desviar por la influencia de los otros, y esto sólo puede conseguirse siguiendo suavemente nuestro propio camino […]. La voz de nuestra alma, y sólo esa voz, habrá de indicarnos cuál es nuestro deber, sin que nos absorban los demás. Hay que desarrollar al máximo la individualidad, y tenemos que aprender a andar por la vida sin fiarnos más que de nuestra alma como consejera y auxiliadora, aprender a coger nuestra libertad con las dos manos y sumergirnos en el mundo para adquirir todas las partículas posibles de conocimiento y de experiencia”.[1]
En este texto, extraído de la obra de Edward Bach, llaman la atención conceptos o ideas que, si bien tienen un origen pretérito, son al mismo tiempo de gran actualidad en escuelas de psicología, de espiritualidad y de desarrollo interior. Conceptos como el de individualidad, probablemente similar al proceso de individuación junguiano o pensamientos como el de “andar por la vida sin fiarnos más que de nuestra alma como consejera y auxiliadora”, tan cercanos a este aforismo atribuido a Buda Gautama: “No creas nada, compruébalo por ti mismo y haz tu propia experiencia”.
Ser fiel a uno mismo se convierte, entonces, en un viaje desde lo más superficial del yo, el ser exterior, hacia lo profundo, el Ser Interior, o, si se quiere decir de una manera más cercana y asequible al trabajo personal, un viaje desde el ego hacia la consciencia[2]. Porque, para ser fiel a uno mismo, se hace necesario un proceso de autoindagación tal que despierte la consciencia y vaya, poco a poco, mermando protagonismo al ego.
Se entiende aquí el ego como un mecanismo psíquico interno, automático e inconsciente en gran medida, cuya función fundamental es la supervivencia del individuo, basada en el mecanismo de lucha o huida. En la medida que las sociedades han evolucionado, este mecanismo ha ido perdiendo su función principal de supervivencia, por lo que ha buscado otros estrosores para seguir manteniendo su presencia y función. Estos estresores son los excesos y carencias emocionales y mentales y el Miedo (conformado por muchos miedos). Es por ello que tantas personas que viven en ego, viven en excesos y carencias, en miedos y en estrés. El ego se alimenta de estas situaciones, creando un círculo vicioso. Este bucle no sólo favorece vivir en estrés y en ego, sino que limita el vivir en consciencia, vivir en conexión con ese Ser Interior del que Bach habla en su obra.
La consciencia se puede entender como la cualidad y la capacidad de relación e interacción con el yo, con los otros y con lo otro. De esta cualidad, lo que interesa en esta exposición es la relación e interacción con el yo, precisamente en la búsqueda y descubrimiento del yo mismo, de ese sí mismo al que ser fiel. El Ser Interior viene a ser la piel externa del alma y la consciencia es, a su vez, la voz del alma, que llega a cada uno de nosotros precisamente a través de las emociones y sentimientos, de los que el ego aprovecha para alimentarse cuando se viven de manera desequilibrada y no se utilizan para evolucionar. Llegamos aquí al punto en que la Terapia Floral y los remedios florales aparecen, pues éstos son, como los definió en su día el maestro Eduardo H. Grecco, consciencia líquida. Precisamente, lo que la persona necesita para ese proceso de autoindagación al que nos referíamos anteriormente.
Ser fiel a uno mismo puede ser un deseo, una intención, una resolución, es el “qué” de un despertar de la consciencia pero ¿y el “cómo”? A menudo el “qué” es sencillo y asequible al pensamiento, lo complicado es el “cómo”: ¿cómo ser fiel a uno mismo? Ser fiel a uno mismo es más un proceso que un estado, es más un viaje que un destino, es más una experiencia que un sueño y recupero aquí un pasaje de la obra Clínica y Terapia Floral. Teoría de las Estructuras, que en el año 2008 escribimos el maestro Luis Jiménez y yo: “el alma es una entidad de naturaleza esencialmente procesal que, respondiendo a los principios existentes del Cosmos, se completa a sí misma en un permanente proceso creativo y evolutivo”[3]. Ese “completarse a sí misma en un permanente proceso” es representativo de lo que la Terapia Floral aporta a la vida de aquellas personas que se acercan a sus remedios florales y a la filosofía que en ellos subyace.
El ego ya es fiel a sí mismo, pues se retroalimenta y ocupa todo el espacio que puede en la mente y la emocionalidad de las personas. ¿Cómo puede la persona ser fiel a sí misma?, ¿queda espacio para ello? No desde dentro de ese constructo psíquico interno que es el ego. Para avanzar en el proceso de individuación, de vivir la experiencia e integrarla, de despertar a la consciencia y alimentarla y de llegar a escuchar los dictados del alma a los que ser fiel, hace falta un proceso de aprendizaje, consolidación y evolución. Este proceso se puede dividir en varios estadios o escalones que expongo en uno de los capítulos del libro El viaje del ego hacia la consciencia. Son éstos: parar, silencio, atención, introspección, reconocimiento, comprensión, aceptación, serenidad, contemplación, trascendencia e integración[4]. Estos pasos forman parte de un aprendizaje para llevar la atención hacia el interior y despertar a la consciencia. Para que quede espacio para este despertar es necesaria la metaposición, es decir, que la persona adopte el papel de la observadora externa, desidentificada (al menos en parte) del ego, y que contemple ese maremágnum de sensaciones, emociones, sentimientos, pensamientos, creencias, ideas, relaciones, reacciones e interacciones que habitan en el interior y que con sus excesos y carencias, miedos y estreses impiden a la persona escuchar a su consciencia, a la voz que le susurra esos “dictados del Ser Interior” a los que Edward Bach se refiere.
Los remedios florales del Doctor Bach y los cientos y miles de remedios y esencias florales que se han desarrollado a lo largo de todos estos años, permiten a la persona una toma de conciencia profunda, limpia y clara sobre aquellos aspectos que alimentan a su ego y que impiden el desarrollo de la consciencia. El trabajo terapéutico y evolutivo favorece la transformación de la persona para acompañar al proceso y lograr el estado de armonía y serenidad internas, necesario para poder escuchar al alma con mayor claridad y comprensión.
En este punto, la propuesta que hago es la del viaje desde el ego hacia la consciencia y la de la Terapia Floral pensada en clave de mapas emocionales como herramientas para el despertar y el evolucionar. Un mapa emocional es, de manera resumida, la plasmación de la constelación de programas emocionales y mentales, sanos e insanos, conscientes e inconscientes, que se encuentran en el interior de cada persona. A menudo, esta constelación de programas emocionales y mentales configura emocionalidades insanas, de modo que la persona vive inmersa en excesos, carencias, miedos y estreses que alimentan al ego de manera automática e inconsciente, dejando de lado a la consciencia, a la voz del Ser Interior. El hacer consciente ese mapa emocional interno y oculto e identificar qué aspectos emocionales y mentales alimentan al ego facilitan a la persona la visión del camino que no ha de seguir recorriendo. ¿Qué queda entonces? La respuesta es: alimentar a la consciencia.
Ahora bien, dejar de alimentar al ego para alimentar a la consciencia no es cosa sencilla, ni rápida. Generalmente, implica un proceso terapéutico y de aprendizaje en el que un profesional, en este caso de la Terapia Floral, guía a la persona a través de su territorio emocional interior, en la búsqueda de mayores cuotas de conciencia y consciencia, de mayores profundidades en las que bucear y sanar, comprender, trascender e integrar. En este proceso, paulatinamente, se van descartando alimentos del ego y se van eligiendo alimentos para la consciencia, aquellas acciones, pensamientos, emociones, relaciones, etc., que han de ser sostenidos con intensidad, frecuencia, duración y voluntad consciente para normalizarlos e integrarlos en el vivir. En palabras de Edward Bach:
“[…] busquemos los defectos de nuestra constitución y borrémoslos desarrollando la virtud opuesta, suprimiendo así de nuestra naturaleza la causa del conflicto entre el alma y la personalidad, que es la primera causa básica de la enfermedad.[5]”
Aquí es donde el mapa emocional (modelo de trabajo desarrollado en Noray Terapia Floral) sirve como guía para transitar el territorio interior de la persona y donde el concepto de viajar desde el ego (inicio del proceso terapéutico) hacia la consciencia (proceso de sanación) es el vehículo para recorrer, atravesar y sanar dicho territorio.
La Terapia Floral como Técnica Natural sanadora y evolutiva, los remedios florales como consciencia líquida y la Técnica de mapas emocionales resultan favorecedores del proceso de autoconsciencia y encajan a la perfección en un modelo de trabajo para la salud. Terapeuta, paciente y esencias florales, junto con la herramienta del mapa emocional permiten iniciar ese viaje del ego hacia la consciencia que tanto anhela el alma de cada persona.
Al tomar conciencia de la emocionalidad y sanarla, se alcanzan una serenidad y un silencio interior tales que, por fin, es posible pararse y escuchar los dictados del alma, aquellos a los que ser fiel y que, sin saberlo, tanto anhelamos en nuestro corazón. Cierto es que reconocer esos dictados no siempre es fácil y atreverse a realizarlos puede parecer, a veces, imposible. Sin embargo, el camino recorrido, sea a través de la terapia o del desarrollo interior, ha ido dejando atrás limitaciones y miedos, y ha dotado a la persona de herramientas y recursos con los que afrontar el nuevo rumbo. Por fin hay un destino, por fin se puede establecer un rumbo a través de la vida. Disponer del mapa emocional, que permita realizar el viaje de manera más segura y de las esencias y remedios florales como impulso para la consciencia garantiza que el viaje del ego hacia la consciencia y de ésta hacia el alma llegará a buen puerto, aunque no hemos de olvidar que dicho viaje, en realidad, nunca termina.
José Antonio Sande Martínez
Terapeuta floral y emocional
Noray Terapia Floral
[1] La curación por las flores, Edward Bach, Editorial Edaf, 2019.
[2] El viaje del ego hacia la consciencia, José A. Sande Mtnez., Ediciones Arcopress, 2020.
[3] Clínica y Terapia Floral. Teoría de las Estructuras, Luis Jiménez y. José Antonio Sande Mtnez., Ediciones Índigo, 2008.
[4] El viaje del ego hacia la consciencia, José Antonio Sande Mtnez., Editorial Arcopress, 2019.
[5] La curación por las flores, Edward Bach, Editorial Edaf, 2019.