La esencia floral Gorse suele ser identificada directamente con la depresión, sin embargo el trabajo de la esencia trabaja en otros grados de bajón emocional no tan graves. Hay personas que llegan a consulta con problemas de todo tipo, algunos internos y otros externos, cuya consecuencia es un estado anímico de baja energía, un estado emocional decaído, un estado mental desorientado o perdido respecto a su vida, estos también son aspectos que precisan de Gorse para encontrar el equilibrio.
Cuando una persona está tomando antidepresivos el uso de la esencia floral no interfiere en su efecto ni a la inversa, ahora bien, dado que el antidepresivo atonta un poco (o mucho) a quien lo toma, el efecto del trabajo terapéutico no se nota tan claramente aunque se esté produciendo. Poco a poco la persona se va sintiendo mejor, aunque no sabe diferenciar si son las esencias florales o la medicación convencional. Aquí es donde se suele escuchar el tan repetido “no sé si son las flores o la medicación, pero estoy mejor”. Esta frase y otras similares se repiten tanto que a veces, en broma, los terapeutas hablamos de “las flores del no sé si”. Es curioso que haya personas que lleven años de medicación o simplemente de desequilibrios y, cuando empiezan un trabajo con Flores de Bach, al tiempo dicen “no sé si son las flores o soy yo, pero estoy cambiando”. Es obvio que es el trabajo terapéutico y el uso de las esencias, pero les cuesta creer que unas sencillas esencias de flores puedan provocar ese efecto.
Volviendo a Gorse, cuando una persona viene en un estado de bajón emocional profundo, sea cual sea el grado, esta esencia ha de ser incluida en el preparado floral desde el principio. Puede que ese estado anímico sea la causa de otros desequilibrios o puede que sea el efecto, pero es un estado que impide otros trabajos, ya que la pérdida de la fe en la vida, la desilusión profunda y la desesperanza en la que pueden llegar a vivir estas personas bloquea el avance hacia otros posibles estados emocionales más equilibrados. Al prescribir desde el inicio del tratamiento esta esencia, se favorece un proceso de apertura a la vida, de esperanza, que va sacando a la persona de su estado, permitiendo las comprensiones y la ampliación de conciencia para recuperar la salud.
Sin embargo, no es lo mismo un bajón emocional profundo que una depresión en toda regla. En el primer caso el uso de la esencia puede ser necesario durante unas cuantas sesiones, en el segundo caso, y dada la dificultad y lentitud en la recuperación de la persona, la esencia puede llegar a tomarse durante todo el proceso terapéutico y prolongarse muchos meses. No hay que tener ningún miedo a mantener la esencia en el preparado todo el tiempo que sea necesario, combinándola con otras esencias que sean necesarias para el proceso terapéutico y de evolución personal. En mi experiencia profesional, al usar dos y hasta tres preparados diferentes al mismo tiempo, la persona toma Gorse, generalmente, en el preparado principal, mientras que otros trabajos menos urgentes se favorecen en ese mismo frasco o en otros.
Si bien la esencia funciona rápidamente (tres o cuatro sesiones) en los grados menos severos de bajón emocional y desesperanza, en los casos de depresión profunda hay que hacer uso de una gran paciencia y constancia, ya que el proceso puede ser largo y prolongarse más allá del tiempo habitual. Es función del terapeuta acompañar al paciente en todo el proceso, apoyando su evolución o sus retrocesos, aportando firmeza y amor cuando sea necesario y no perdiendo el optimismo cuando la persona sienta que nunca va a salir de ese estado. Para quien nunca ha vivido una depresión es difícil imaginar lo que la persona está viviendo. En mi caso, pasé por un proceso depresivo cuando tenía treinta y tres años. Este proceso duró más o menos un año, y puedo contar que la sensación, en mi caso, era como si hubiese entrado en un túnel totalmente oscuro en el que tras caminar un tiempo me sintiese totalmente desorientado, sin saber en qué dirección ir. Con una sensación de vacío y oscuridad a mi alrededor en la que, caminase hacia donde caminase, nunca alcanzaba a ver ni la más mínima luz que me pudiese guiar. Lo único que quería era echarme en el suelo, acurrucarme y dormirme, ya que la esperanza de salir de ese túnel había desaparecido y en el fondo de mi corazón no habitaba ya la idea de encontrar ninguna luz. ¿Para qué seguir caminando entonces? El terapeuta ha de motivar y acompañar a la persona para que siga caminando, aunque crea que no hay esperanza. Mantenerse en movimiento es imprescindible para la sanación.
Aunque el proceso sea lento y requiera un gran esfuerzo, la esencia Gorse, la combinación adecuada con otras esencias y un buen trabajo terapéutico pueden llevar a buen puerto este viaje a lo más profundo de los abismos interiores que es una depresión.