Según señala María Moliner en su diccionario de uso del español, autoestima significa “valoración de uno mismo”. Ahora bien ¿autoestima es lo mismo que amarse a uno mismo?, aquí así lo vamos a considerar. Planteo, entonces, otra pregunta: ¿amarse a uno mismo es igual a ser egoísta?
De nuevo según María Moliner egoísmo: “se aplica a la persona que antepone en todos los casos su propia conveniencia a la de los demás, que sacrifica el bienestar de otros al suyo propio o reserva solo para ella el disfrute de las cosas buenas que están a su alcance.”
¿Y qué es amarse a uno mismo? “Mostrar hacia uno mismo actitudes y sentimientos que impliquen aceptación, respeto, cariño, buenos deseos, etc.”
Como se ha visto, el amor hacia uno mismo y el egoísmo son dos conceptos diferentes, al menos conceptualmente. En algunos casos, se educa a los niños y niñas con la idea de que quererse, cuidarse, pensar en uno mismo o querer vivir según las propias convicciones es ser egoísta. Hasta tal punto se igualan e identifican ambos conceptos que hay muchos adultos, más mujeres que hombres, que no se aman a sí mismos porque no quieren ser egoístas.
Entre amarse a uno mismo y ser egoísta, es decir, entre quererse y pensar solo en uno mismo y no amar a los demás, hay una gran diferencia, aunque haya personas que no puedan ver esa diferencia. ¿Es que no se puede uno amar a sí mismo y a los demás al mismo tiempo? Tradicionalmente se educa en esta peculiar e insana manera de entender el “amor a uno mismo” más a las niñas que a los niños. Tiene que ver con una concepción machista de la educación, en la que la mujer no debe pensar en sí misma, sino en los demás, para ser buena esposa, buena madre y buena mujer. Concepción que, hoy en día, aún repiten padres y madres a la hora de educar a sus hijas, sin olvidar que también los niños pueden recibir este tipo de programa emocional.
Cuando un niño o niña aprende que amarse a sí mismo es ser egoísta, y que ser egoísta es malo, entonces puede decidir no amarse a sí mismo, amar a los demás antes que a sí mismo y desarrollar toda una serie de programas emocionales vinculados a esta idea, entre ellos la autoestima baja.
Educar de esta manera al niño tiene como consecuencia que, al no amarse, es sometible y manipulable, parecerá entonces “un buen niño”, pero en realidad simplemente será una víctima de otras personas que se aprovechan de él porque “tiene que querer a los demás más que a sí mismo”.
¿Qué tipo de padres o de sistema educaría en la autoestima baja? Por un lado los que viven engañados y sometidos a este modelo, de forma que piensan que atender antes a los demás que a uno mismo es lo “correcto”. Viven esclavos del “qué dirán” y “qué pensarán” los demás. Por otro lado los manipuladores que, educando de esta manera, consiguen someter y vivir ellos egoístamente, acusando a los otros de que lo son cuando no les hacen caso.
Hace un tiempo, preguntando a una paciente por su escala de valores, me contesto que uno de los valores más importantes para ella era la humildad; así la habían educado y así vivía ella porque consideraba que era adecuado. Ante mi pregunta sobre lo que para ella significaba el concepto de humildad su respuesta, que reproduzco literalmente, fue: “poner a los demás por delante de mí”. Ese era su concepto de ser humilde, porque así le habían educado en su casa, en concreto su madre, que, paradójicamente, era una persona egocéntrica y egoísta que quería que toda su familia le obedeciese y le sirviese.
Tampoco los diccionarios ayudan mucho a mejorar la situación:
El diccionario de la lengua española de la Real Academia Española define humildad de la siguiente manera. Humildad. 1. Virtud que consiste en el conocimiento de las propias limitaciones y debilidades y obrar de acuerdo con este conocimiento. 3. Sumisión, rendimiento.
A su vez el diccionario de uso del español María Moliner define humildad como: Cualidad de humilde.
Humilde. Perteneciente a una clase social de las que viven muy pobremente de su trabajo, pero no miserablemente. Apocado, deferente, encogido, modesto, modoso, respetuoso, servicial, tímido. Se dice de la persona que, por tendencia natural o en alguna ocasión o con alguien, adopta una actitud de persona inferior o más modesta.
Francamente, si ser humilde es ser como educaron a esta paciente, o como ambos diccionarios proponen, estonces un servidor prefiere no ser humilde.
Volviendo a la paciente, como a ella la educaron en “poner a los demás por delante de ella” esto implicaba que los demás tenían más valor que ella. Al tener los demás más valor, ella tenía menos, entonces se desvalorizaba y la consecuencia era que su autoestima bajaba. Sin embargo, ella no era consciente de esta situación, sabía que su autoestima no era alta, pero no era consciente de las causas. Naturalmente, lo de la humildad solo era la punta del iceberg de una educación emocional dirigida a desvalorizar en otros ámbitos de su personalidad y que la hacía vivir en el sometimiento.
Otro ejemplo. Educar en una autoestima baja, por ejemplo, a base de repetir al niño frases como “no vales nada”, “eres un miedica”, “eres un inútil”, etc. provoca el desarrollo de un programa mental (creencia) y un programa emocional (emoción, sentimiento) que lleva a que el niño se crea realmente esas frases. El cerebro de un niño no procesa la información como el de un adulto. Si a un niño se le dice un par de veces al día “eres un inútil”, eso significa una media de 14 veces a la semana, 60 veces al mes, 720 veces al año y 7.200 veces en diez años. Mucho antes de que hayan transcurrido esos diez años, el niño puede haber incorporado la creencia a sus programas emocionales y mentales, haberse convertido en un programa inconsciente y estar siempre presente en su manera de verse y sentirse, influyendo el resto de su vida. ¿Exagerado?, no, mucho más común de lo que se podría pensar. Y estoy aludiendo una frase de las más habituales y ligeras.
De esta manera trato de indicar como, programas emocionales o mentales considerados “normales” y pasados al inconsciente, mediatizan la vida de las personas llevándoles incluso a la enfermedad. Esto se puede evitar con una adecuada educación emocional, y la educación de una buena autoestima es fundamental para todo este proceso.