* Antes de comenzar con el artículo quiero señalar que cuando utilizo la palabra y el concepto “Dios”, nada tiene que ver con una concepción religiosa sino con la espiritualidad. La palabra “Dios” perfectamente puede ser sustituida por conceptos como Totalidad, Unicidad, Energía, Amor, Tao u otras nociones cuya intención es referirse a una Consciencia Original creadora del Universo.
Hay una escalera para llegar a Dios. Una escalera que, para llegar hasta su escalón más elevado, precisa de ser bajada, peldaño a peldaño, hasta la esencia más profunda del Ser. Se trata de una escala de consciencia en la que cada persona puede sentirse más cerca o más lejos de conocer o comprender a Dios y, sin embargo, Dios no está más cerca o más lejos de cada persona, está igual de cerca de cada uno de nosotros.
La escala de los grados de consciencia se puede valorar en base a diversos factores: necesidades, conductas, emociones, valores…, y uno de esos factores es la comprensión de Dios. Deepak Chopra, en su esclarecedor libro Conocer a Dios, establece siete maneras de comprender a Dios en función del grado de consciencia de la persona:
– Dios protector.
– Dios todopoderoso.
– Dios de paz.
– Dios redentor.
– Dios creador.
– Dios de milagros.
– Dios de ser puro.
Cada una de estas maneras de comprender a Dios está totalmente mediatizada por el grado de desarrollo de la consciencia de la persona, que no tiene nada que ver ni con la inteligencia, ni con la cultura, ni con la religión ni otros factores ajenos a la naturaleza trascendente de la existencia humana.
Definamos entonces consciencia para poder conocer qué es lo que permite comprender a Dios. La consciencia en el ser humano es una función del Alma, que se experimenta y manifiesta en diferentes grados en base al proceso de evolución de dicha Alma a lo largo de la vida (o de varias vidas). Esta función permite la percepción de las realidades aparentemente fragmentadas de la Totalidad en la que vive la persona en base a su grado de desarrollo, desde una mirada simple o primitiva hasta el más elevado éxtasis de unión con Dios. A partir de cierto nivel evolutivo, la consciencia permite la percepción, comprensión y aprehensión de la existencia más allá de la mera construcción mental, dotando a dichos procesos (percepción, comprensión y aprehensión) de una amplitud y profundidad mayores que lo posibilitado por el pensamiento racional. La consciencia forma parte de la naturaleza trascendente de la existencia y, a partir de cierto estado de evolución, desarrolla progresivamente una libertad, serenidad y quietud interiores no alcanzables en estados anteriores de desarrollo. Por último, cabe decir que en un grado muy elevado de consciencia, lo observado y el observador trascienden la percepción dual de la realidad configurando una sola unidad y, más allá aún, permite la conexión con el Espíritu y, a través de éste, con Dios.
Si la consciencia es la escalera, los peldaños son los grados de amplitud y profundidad de la consciencia. Cada peldaño está hecho de pequeñas y grandes comprensiones que se incorporan al Ser en forma de Sabiduría, para lo que es necesario vivir la vida, pues sin acción y sin experiencia, la teoría y la ignorancia son casi lo mismo. Cada peldaño puede implicar una vida (o varias según las creencias) de tropiezos y aciertos, de decisiones tomadas o por tomar, que la persona vive desde la acción o desde la reacción, desde la consciencia o desde el ego. Cuanto más se trata de avanzar más profundo hay que dirigirse, ya que esta escalera ha de ser descendida en un proceso de descubrimiento interior hasta llegar a lo más íntimo del Ser Interior, el lugar donde la esencia se manifiesta sin máscara o fingimiento, el lugar dónde la persona deja de ser para Ser y donde el ego se aparta para dejar brillar al Alma.
Ese descenso-ascenso puede haber sido instantáneo para algunas personas (seres iluminados), pero para la mayoría se trata de un proceso en el que hay que ir desnudándose de los artificios del ego para reconocerse en el Ser. ¿Es esto sencillo? Desde un punto de vista profesional la ampliación de la consciencia y la evolución del Ser no es algo inasequible, lo que si requiere es un proceso de toma de conciencia (atención), comprensión, evolución y trascendencia que son los pasos que, poco a poco, van acercando a la persona a Dios. ¿Hay atajos? se preguntará alguien. ¿Hay atajos en una escalera? Como no sea tratar de saltarse escalones… Pero no puede engañarse a Dios. Quien cree que puede llegar sin pasar por todo se encontrará, tarde o temprano, en el mismo escalón desde el que dio el salto. No hay posibilidad de saltarse grados de consciencia, lo que sí cabe es la experiencia vital y el estudio y aplicación. Acción interior, acción exterior, acción física, mental, emocional y espiritual. Incluso la acción de la no-acción, pero acción.
Pienso que esa escalera está ahí para todos los seres del planeta. Unos la transitarán más deprisa y otros más despacio, pero, a fin de cuentas, es necesario recorrerla no para que Dios llegue a nosotros, sino para que nosotros lleguemos a Ello. Dios ya está en nosotros desde el principio y sólo espera a que profundicemos lo suficiente como para darnos cuenta de que la escalera, nosotros y nuestros procesos nunca han estado en otro lugar que no fuese Dios.