Abraham H. Maslow nació en Brooklyn, Nueva York, en el año 1908, se formó en Psicología en varias universidades estadounidenses y murió en el año 1970 en California. En el año 1954 Abraham H. Maslow publica Motivación y personalidad, una obra en la que se explican los fundamentos de la tan conocida Pirámide de Maslow. Este libro significó un paso adelante en el estudio de la psicología y en la comprensión de las necesidades como elemento movilizador de la conducta humana.

La Pirámide de Maslow es una de las maneras más sencillas para comprender los niveles de existencia y consciencia en el ser humano. Éste, como organismo vivo, necesita cubrir una serie de necesidades: fisiológicas, energéticas, físicas, emocionales, sociales, intelectuales, espirituales, etc. Estas necesidades son naturales en los órdenes de la vida humana y están presentes en todas las dimensiones de su existencia.

El impulso de cubrir las necesidades en cada uno de los niveles y en cada una de las dimensiones del ser activa unas motivaciones u otras. A su vez, estas diferentes motivaciones favorecen unas conductas y emociones determinadas que conllevan la expresión, acción, interacción, relación, aprendizaje y desarrollo de las personas tanto en su Ser Interior como en su ser exterior. Esta es una de las maneras en las que se configuran ego y consciencia.

 

El primer nivel de la Pirámide de Maslow se refiere a las necesidades fisiológicas.

“No hay duda de que estas necesidades fisiológicas son las más prepotentes de todas las necesidades. Esto significa concretamente que el ser humano que carece de todo en la vida, en una situación extrema, es muy probable que su mayor motivación fueran las necesidades fisiológicas más que cualesquiera otras. Una persona que carece de alimento, seguridad, amor y estima, probablemente sentiría con más fuerza el hambre de comida antes que de cualquier otra cosa.

Si todas las necesidades están por satisfacer, y el organismo, por tanto, está dominado por las necesidades fisiológicas, las restantes necesidades simplemente pueden ser inexistentes o ser desplazadas al fondo.”

(Motivación y personalidad, Abraham H. Maslow, ediciones Díaz de Santos, Madrid, 1991, pág. 23)

En este nivel de existencia y de consciencia las necesidades a cubrir están relacionadas, fundamentalmente, con la respiración, el descanso, la alimentación, la salud, el cobijo, el impulso sexual, la reproducción y el territorio. Cubrir estas necesidades implica una manera concreta de relacionarse con el entorno, con la pareja, con los hijos, etc. Estas conductas serán el reflejo de la manera de concebir la existencia y de entender la vida, determinando, en parte, el nivel de consciencia de la persona y su horizonte de consciencia.

El horizonte de consciencia es el límite de consciencia que define a cada persona en su relación con el yo, con lo otro y con los otros. Es decir, es la capacidad máxima que cada persona tiene para observar, relacionarse, interaccionar y comprenderse a sí misma, a las demás personas y a la realidad en la que vive. Esta capacidad puede depender, en parte, de la edad, la cultura, la religión, los estudios, las experiencias vitales o cualquier otro condicionante externo, también depende de los programas emocionales y mentales internos (ego) y de manera importante del Ser Interior, esto último debido a que la consciencia es una función del Ser. Sobre esta cuestión se profundizará más adelante.

El horizonte de consciencia determina hasta qué profundidad y amplitud la persona es capaz de comprender su/la realidad, sea en clave de amor, de necesidades, de emociones, de conductas o cualquier otro parámetro. Si bien cada nivel de consciencia es inclusivo del anterior, no siempre desde un nivel más amplio se puede comprender la postura de otra persona en un nivel menos amplio. Es ya en los últimos niveles cuando se empiezan a comprender y respetar los demás niveles de consciencia. Una persona no tiene por qué estar de manera única o pura en un solo nivel de existencia y de consciencia, es natural tener características de dos niveles ya que se puede vivir en un proceso evolutivo que implique estar saliendo de uno y entrando en otro, incluso rozando un tercero, poniendo de manifiesto necesidades, conductas y emociones vinculadas a diferentes niveles de existencia y de consciencia, pero con una tendencia más marcada en función del nivel en el que se viva de manera identificada.

Tomando el concepto de amor como ejemplo, en este primer nivel de consciencia está vinculado a los aspectos antes señalados de supervivencia básica. En este sentido el hombre amará de una manera y la mujer de otra. Esto se debe a condicionamientos de especie y también culturales, educativos y del inconsciente colectivo. El amor en este nivel de consciencia tiene que ver con la capacidad de la persona de procurar sustento y alimentar, conseguir una vivienda y bienes materiales que aseguren la supervivencia, mantenerse con vida a sí misma y a los suyos y satisfacer los instintos sexuales y de reproducción. Cubrir estas necesidades implica una manera concreta de relacionarse con el entorno, con la pareja, con los hijos, etc.

Estas conductas serán el reflejo de la manera (consciente e inconsciente) de entender la vida de la persona y su horizonte de consciencia no permitirá ver más allá. Se ama a través del trabajo esforzado día a día, trayendo el dinero y el sustento a la casa. Con sacrificio y esfuerzo por los seres queridos. Se ama a través de los alimentos, cocinando y nutriendo, preocupándose mucho por el estado de salud de los seres queridos, sacrificándose por ellos e, incluso, a través del sufrimiento. También satisfaciendo la demanda sexual básica y teniendo hijos que aseguren la continuidad de la familia y del apellido. Sacrificio, esfuerzo, sufrimiento, preocupación, posesividad, miedo… son algunas de las emociones y conductas que caracterizan a este amor. Del mismo modo esta mirada al mundo condiciona la interacción con los demás ámbitos de vida de la persona: laboral, de amistades, de ocio, etc.

 

El segundo nivel de la Pirámide de Maslow se refiere a las necesidades de seguridad.

“Si las necesidades fisiológicas están relativamente bien gratificadas, entonces surgirá una nueva serie de necesidades, que se pueden clasificar aproximadamente como necesidades de seguridad (seguridad, estabilidad, dependencia, protección, ausencia de miedo, ansiedad y caos; necesidad de una estructura, de orden, de ley y de límites; fuerte protección, etc.). Todo lo que se ha dicho de las necesidades fisiológicas es igualmente cierto, aunque en menor grado, de estos deseos. El organismo puede estar de igual modo dominado completamente por ellos. Pueden erigirse en los organizadores casi exclusivos de la conducta, poniendo todas las necesidades del organismo a su servicio y, en consecuencia, podremos describir al organismo como un mecanismo en busca de seguridad.”

(Motivación y personalidad, Abraham H. Maslow, ediciones Díaz de Santos, Madrid, 1991, pág. 26)

La persona, en este nivel de existencia y de consciencia, trata de satisfacer las necesidades de seguridad y protección, creando un entorno vigilado, controlado y/o seguro. Para ello el concepto de tribu, clan, familia o grupo ha de ser cerrado y protector. Se necesitan reglas que aseguren esa protección, jerarquías que hagan que se respeten, leyes firmes, estructuras rígidas y fuertes. Así, por ejemplo, amar significa proteger, pero también obedecer, depender, mantener lealtades, no ser diferente y no querer salirse del sistema. Están presentes patrones de esfuerzo, sacrificio y sufrimiento, a los que se añaden la vulnerabilidad, el sometimiento, el chantaje emocional, la obediencia, la lealtad, el sentido de deuda al grupo o a la jerarquía, esto referido a cómo se vive el amor. Del mismo modo se proyecta esta visión del mundo a otros aspectos como el trabajo, la educación, la amistad, las relaciones sociales, etc.

 

El tercer nivel de la Pirámide de Maslow se refiere a las necesidades de amor y el sentido de pertenencia.

“Si tanto las necesidades fisiológicas como las de seguridad están bien satisfechas, surgirán las necesidades de amor, afecto y sentido de pertenencia […]. Las necesidades de amor suponen dar y recibir afecto. Cuando están insatisfechas, una persona sentirá intensamente la ausencia de amigos, de compañeros o de hijos. Tal persona tendrá hambre de relaciones con personas en general – de un lugar en el grupo o la familia – y se esforzará con denuedo por conseguir esta meta. Alcanzar tal lugar importará más que cualquier cosa del mundo y puede llegar a olvidar que una vez, cuando el hambre era lo primero, el amor parecía irreal, innecesario y sin importancia. Ahora las punzadas de la soledad, el destierro, el rechazo, la ausencia de amistad y el desarraigo son preeminentes.”

(Motivación y personalidad, Abraham H. Maslow, ediciones Díaz de Santos, Madrid, 1991, pág. 28)

Queda pues claro que, en este nivel de existencia y de consciencia predominan las necesidades de pertenencia y sociales: pertenencia, afectividad, aceptación, identidad, familia, afiliación, amistad, asociación. Por seguir con el ejemplo del amor, en este nivel de consciencia se trasciende el sentido de pareja y familia, ya no es cerrado. La persona necesita la pertenencia y la afectividad de manera más amplia, es un amor más inclusivo y generoso, con menos miedo a mostrarse hacia los demás ya que su interés no está en el círculo familiar y en la protección (como en el nivel anterior) sino en la expansión.

El ámbito de la lealtad se amplía a la comunidad, al equipo de trabajo, a las asociaciones, la persona expresa amor y se siente amada en el grupo. Tampoco le basta con el cariño de la pareja o de la familia, son necesarias relaciones sociales constructivas en las que la persona se sienta útil, aceptada, apreciada. Por todo lo explicado anteriormente se dirige parte de la energía de amor hacia el exterior y la persona se nutre también de esa energía, sintiéndose parte de algo más grande que ella misma o el grupo cerrado y pequeño de la familia o el clan del nivel de consciencia anterior. Asociacionismo, solidaridad, lucha social y reivindicación, búsqueda de objetivos comunes, pertenencia al grupo de amistades, participación en ONGs, son necesidades en este tercer nivel.

 

El cuarto nivel de la Pirámide de Maslow se refiere a las necesidades de estima.

“Todas las personas de nuestra sociedad (salvo unas pocas excepciones patológicas) tienen necesidad o deseo de una valoración generalmente alta de sí mismos, con una base firme y estable; tienen necesidad de autor respeto o de autoestima, y de la estima de los otros. Así que estas necesidades se pueden clasificar en dos conjuntos subsidiarios. Primero están el deseo de fuerza, logro, adecuación, maestría y competencia, confianza ante el mundo, independencia y libertad. En segundo lugar, tenemos lo que podríamos llamar deseo de reputación o prestigio (definiéndolo como un respeto o estima de las otras personas), el estatus, la fama y la gloria, la dominación, el reconocimiento, la atención, la importancia, la dignidad o el aprecio.”

(Motivación y personalidad, Abraham H. Maslow, ediciones Díaz de Santos, Madrid, 1991, pág. 30)

En este nivel de existencia y de consciencia predominan las necesidades de estima y respeto: independencia, libertad, éxito, reconocimiento, prestigio, competencia, etc. Siguiendo con el ejemplo del amor, en este nivel de consciencia está vinculado al reconocimiento interno y externo. La persona necesita amarse a sí misma desde su autovaloración y autoconcepto y, a la vez, necesita sentir el amor a través del respeto, la admiración, el estatus y el reconocimiento de los demás. De este modo, sus acciones irán dirigidas a sacar partido de sus talentos y cualidades para conseguir un alto nivel de competencia que le proporcione valía ante sí misma y ante los demás. Esto implicará conseguir el amor de los otros en forma de reconocimiento, aprecio, admiración, etc.

El amor en este nivel de consciencia necesita mayor margen de libertad e independencia para la realización profesional y personal. Demanda o espera igualdad de valoración en la pareja, reconocimiento de la valía y respeto a las necesidades profesionales y personales. La pareja no es el centro absoluto de la vida, por lo que otros centros de interés cobran importancia. Las prioridades han de ser negociadas para que la persona se pueda desarrollar y, en la relación de pareja, se han de cubrir necesidades como el sentido de equipo, la igualdad, el reconocimiento, el respeto, la libertad, el apoyo, la coordinación y la comprensión.

Al utilizar el ejemplo de cómo se vive el amor en cada uno de los niveles de existencia se pone de manifiesto que una cuestión tan universal como este sentimiento también está basado, en parte, en necesidades que han de ser cubiertas y que, a su vez, influye en las conductas y en las emociones.

 

El quinto nivel de la Pirámide de Maslow se refiere a la necesidad de autorrealización.

“Aun cuando todas estas necesidades estén satisfechas, podemos esperar que, a menudo (si no siempre), se desarrolle un nuevo descontento y una nueva inquietud, a menos que el individuo esté haciendo aquello para lo que él individualmente esté capacitado. […] Lo que los humanos pueden ser, es lo que deben ser. Deben ser auténticos en su propia naturaleza. A esta necesidad la podemos llamar autorrealización.

Este término […] se refiere al deseo de la persona por la autosatisfacción, a saber, la tendencia en ella a hacer realidad lo que ella es en potencia. Esta tendencia se podría expresar como el deseo de llegar a ser cada vez más lo que uno es de acuerdo con su idiosincrasia, llegar a ser todo lo que uno es capaz de llegar a ser.”

(Motivación y personalidad, Abraham H. Maslow, ediciones Díaz de Santos, Madrid, 1991, pág. 32)

Este nivel de consciencia prioriza las necesidades de evolución, desarrollo interior, desarrollo del potencial interior y vocacional, búsqueda espiritual, altruismo, armonía, serenidad, etc. Continuando con el ejemplo del amor, en este nivel de consciencia está vinculado a la posibilidad de la persona de desarrollarse en su potencialidad interior: lo vocacional, lo personal, lo emocional, lo espiritual. Esta búsqueda interior precisa de un grado de libertad amplio, ya que se necesita dedicar tiempo, energía y recursos al propio desarrollo, para esto es importante el apoyo y comprensión de la pareja y del sistema familiar.

El amor ha de ser comprensivo, cómplice, compañero y alentador del desarrollo. No ha de limitar por miedo al desarrollo de la otra persona ni por temores, conflictos o complejos personales. Las necesidades en el amor están vinculadas a esa búsqueda de desarrollo interior. Se desea un amor tolerante, comprensivo, acompañador, respetuoso, compartido. Una relación en la que sea posible la comunicación de lo que se siente y lo que uno/a es interiormente sin miedo. Es importante que la pareja sea capaz de aceptar los procesos de evolución, pues la persona vive transformaciones internas que se proyectan hacia el exterior.

La manera de cubrir las necesidades en torno al amor y a otros aspectos en este nivel de consciencia pasa por comunicar, compartir, acompañar, evolucionar juntos, ayudarse en los procesos de evolución, etc.

En los textos de Maslow (no así en la representación habitual de su pirámide) se menciona un sexto nivel de consciencia, el espiritual. No lo tratamos en este artículo ya que se habla de ello en otros textos disponibles.

 

Conclusión

En este texto se puede entender por qué cada persona tiene unas prioridades vitales diferentes y persigue unos objetivos vitales diferentes. La mayoría de las personas se pueden situar en tránsito entre dos niveles, incluso entre tres, ya que la vida es un proceso evolutivo. Sin embargo, según varias teorías de los niveles de consciencia como la propia de la Pirámide de Maslow, la Dinámica espiral de Clare Graves o la Escala de consciencia de Hawkins, sitúan en torno al ochenta por ciento de la población mundial en los estadios más básicos de consciencia, los relativos a la supervivencia y la protección. Esto no tiene que ver con nivel cultural o de estudios, país en el que se vive, estatus económico, desarrollo tecnológico, género, religión o posición social. Un o una presidente/a de un país puede tener un nivel de consciencia básico mientras que una persona que trabaja en el campo sin acceso a la vida más actual y moderna puede vivir en un nivel de consciencia elevado. Se trata de una cuestión relacionada con el Ser Interior de la persona y su nivel evolutivo.

La buena noticia es que todas las personas pueden contribuir a su propia evolución a través de diferentes caminos, entre los que se encuentra el desarrollo personal. Y de eso sabemos en Noray Terapia y Formación.

Si quieres profundizar en tu desarrollo personal y trabajar en tu nivel de consciencia, consulta nuestros talleres, cursos y formaciones de crecimiento personal.

José Antonio Sande Martínez
Terapeuta y formador emocional, escritor, docente
Noray Terapia y Formación

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