Desde la infancia hemos repetido y aprendido que los tres estados del agua son sólido, líquido y gaseoso, y de tanto oírlo y decirlo hemos normalizado este hecho, aunque para alguien que nunca lo haya aprendido le pueda parecer algo mágico e, incluso, esotérico. Sabemos que es así y ya está, no le damos más vueltas. Quiero aprovechar esta “verdad verdadera” para compararlo con los tres estadios del Ser: ego, consciencia y Alma. Vamos allá.
El ego es un “estado” del Ser: sólido, de baja vibración, duro, rígido; la consciencia es un “proceso” del Ser: adaptable, de media vibración, flexible, evolutivo; el Alma es el Ser en sí mismo, sutil, etéreo, gaseoso, así que diríamos que el Ser “Es”. Así pues podemos hablar de estado (ego), proceso (consciencia) y Ser (Alma). Y todo ser humano, a lo largo de sus vidas, parece que ha de transitar los tres estadios del Ser para regresar a la Fuente de la que ha surgido, la Consciencia Cósmica. Las almas, al igual que los seres humanos, parece que tienen sus propios procesos.
El ego es un estado en cuanto que hay una identificación y una serie de cuestiones que han de ser vividas y gastadas (gastar el ego) para poder ser trascendidas e integradas. Esas vivencias son los “dictados del Alma” que Edward Bach contemplaba como el camino de cada persona. Se trata de experiencias que han de ser transitadas para el proceso evolutivo del Alma, unas gratas, divertidas, placenteras…, otras ingratas, aburridas, dolorosas…, pero todas enriquecedoras para esa Alma que a cada uno/a nos empuja a vivir.
En ese experimentar, transitar, trascender e integrar se despierta la consciencia. Pasamos del estado sólido al proceso líquido, adaptativo, tomando la forma de aquello que se vive y recogiendo la información en forma de aprendizajes, sabiduría y consciencia. Me vienen a la mente las famosas palabras de Bruce Lee en una entrevista:
“Empty your mind. Be formless, shapeless. Like water. You put water into a bottle and it becomes the bottle. You put in a teapot, it becomes the teapot. Water can flow, or it can crash. Be water, my friend!” (Bruce Lee)
“Vacía tu mente. Libérate de las formas. Como el agua. Pon agua en una botella y se transformará en la botella. Ponla en una tetera y se transformará en la tetera. El agua puede fluir o puede golpear. ¡Se agua, amigo mío!”
En cuán pocas palabras Bruce Lee alentaba a ser consciencia. Ahora bien, para llegar al proceso-consciencia hay que ir dejando atrás, poco a poco, al estado-ego, y no pocas veces me preguntan las/os pacientes: “¿Y cómo se hace?”. La respuesta es sencilla, ponerla en práctica es otro cantar: 1) deja atrás el miedo, 2) toma el camino de la consciencia, 3) persevera en ese camino hasta que sea natural en ti. ¿Cuánto tiempo? Toda esta vida y muchas de las que vengan. ¿Decepcionante?, ¿estimulante?, ¿frustrante?, de todo un poco. Lo bueno es que una vez que se elige el camino de la consciencia se van notando los resultados y prácticamente nadie quiere volver atrás, aunque se viva el dolor en lugar del sufrimiento y la realidad de Morpheo en lugar de la mentira del Agente Smith (Matrix).
¿Y qué hay del Alma?, ¿si no es ni estado ni proceso… entonces qué es? Bueno, eso de que no es proceso es un poco relativo. El Alma en sí es una entidad de naturaleza procesal, lo que ocurre es que, como ya señalé hace años, “lo que es proceso para el Alma es destino para la persona”, por lo que nuestra limitada percepción de la existencia nos hace creer que el Alma es un absoluto, un Espíritu Eterno, cuando en realidad es una expresión de la Consciencia Cósmica que, tarde o temprano, ha de regresar a ella. El Ser Interior, aquello profundo con lo que dialogamos a través de la voz de la consciencia, es la parte del Alma que está en contacto con el ser humano para indicarle los “dictados del Alma”, está en cada uno de nosotros y nosotras aprender a escuchar su voz y fluir con esos dictados. Y esto no es tarea sencilla. Pero cuando se hace, la consciencia se pone en marcha y nos acompaña en esa parte del camino que ya no se hace con los ojos cerrados, como dormidos, sino que se abren y se contempla el paisaje para vivir en relación e interacción con él, de ahí la definición de consciencia que suelo utilizar: la cualidad de estar en relación e interacción con el yo, los otros y lo otro.
El Alma, para el ser humano, es el Ser, ya no es estado ni proceso, sólo Es, como el ciprés en el patio. Y ese Ser implica no sólo “tomar la forma de”, sino Ser eso o aquello, serlo todo y no ser nada, eso es Ser. ¿Cómo llegar a Ser? Paciencia, no sólo depende de la persona. Cada uno podemos domar al ego y recorrer el camino de la consciencia, pero llegar a Ser no depende sólo de nuestra voluntad. En palabras de San Juan de la Cruz:
Y, si lo queréis oír,
consiste esta suma ciencia
en un subido sentir,
de la divinal esencia;
es obra de su clemencia
hacer quedar no entendiendo,
toda ciencia trascendiendo.
¿Qué más decir sino que todos/as somos almas en proceso? Pues eso. Que tengáis un buen proceso.
Autor: José Antonio Sande Martínez