“Noray Terapia Floral”. Estas tres palabras resuenan en mi mente y en mi corazón todos los días desde hace más de una década. Pero no son sólo tres palabras, son una idea, un proyecto, un proceso de aprendizaje y un puerto donde cientos de personas, a lo largo de once años, han amarrado sus barcos cansados, maltrechos, estropeados o rotos. Cada una de esas personas ha encontrado un “noray” (poste para amarrar las embarcaciones) donde amarrar y un puerto seguro desde el que contemplar y afrontar el temporal que se les venía encima. Hay quien entraba a puerto cuando las nubes anunciaban tormenta y quien llegaba azotado por los vientos y las fuertes rachas de lluvia, quien se acercaba en días soleados a explorar para aprender y quien llegaba en lo más oscuro de la noche a aprender para poder explorar. Para todas y todos Noray ha sido un refugio, un puerto o una protegida cala donde poder parar y contemplar la vida.
Todos estos años hemos tratado de dirigir Noray con humanidad, honestidad y ética personal y profesional. Nadie se ha quedado fuera por falta de recursos, hay quien ha saldado sus deudas pasado el tiempo, quien ha ofrecido verduras o limpieza, incluso quien ha pagado con una tortilla de patatas, pero nadie se ha quedado fuera de este puerto, pues su vocación es ayudar y enseñar y, para esto, hace falta que los barcos entren. Ahora bien, si alguien entraba confundido, creyendo que aquí se hacían milagros, o que se podía dejar la basura… esas personas han salido igual que habían entrado. Amor y firmeza…
Hoy en día este puerto sigue a pleno rendimiento, ofreciendo ayuda y enseñanzas para aquellas personas cuyo momento de despertar a la consciencia ha llegado, pues si alguien me preguntase “¿y qué vendes en tu centro?”, no podría contestar otra cosa que “consciencia”, el despertar de la consciencia porque, al final, salud, armonía, equilibrio, serenidad… son una cuestión de consciencia.
Consultas, formación, charlas, talleres, conferencias… todo ello con un objetivo principal: ayudar a las personas a pararse y contemplarse a sí mismas y a la vida con otra mirada, desde otro punto de vista. De esta manera, poco a poco, el ego va cediendo algo de espacio a la consciencia y las personas van puliendo su capacidad de relacionarse consigo mismas, con los demás y con la vida. Los testimonios de las/los pacientes, algunos de los cuáles están colgados en la Web, dan una idea de cómo se sienten interiormente estos procesos, y el alumnado pone de manifiesto que el aprendizaje que paulatinamente van realizando mejora sus vidas de una manera significativa. No hay más secreto que el trabajo interior, ni más fórmula que juntar el querer, con el poder y con el saber. Estas tres fuerzas, unidas, son capaces de cambiar la vida de formas que de otra manera no se hubiesen creído. La persona pone el querer, la energía del grupo y de Noray pone el poder y los terapeutas y profesores/as ponen el saber. Un equipo capaz de conseguir grandes cambios.
De esta manera Noray Terapia Floral sigue adelante, cada día, recibiendo en su puerto aquellos barcos que necesiten entrar y hacer las necesarias reparaciones y mejoras que la vida va demandando. El equipo de Noray se trabaja cada día interiormente, estudia, se forma, se cuida y practica lo mejor posible esa coherencia interior tan importante y necesaria, y seguiremos haciéndolo, porque es la única manera de que el puerto que representamos sea un espacio seguro en dónde recalar y un lugar querido desde el que partir sin miedo a afrontar, de nuevo, el navegar por el océano infinito que representa la vida de cada persona.
Sólo una cosa más: Gracias a todas las personas que con su confianza, esfuerzo y cariño han llenado Noray Terapia Floral de energía, amistad, amor y consciencia. A todas y todos… gracias de corazón.
Autor: José Antonio Sande Martínez