A cualquiera que se le pregunte si piensa que el voto de una persona ha de tener el mismo valor que el de otra la respuesta suele ser un rotundo “sí”. Sin embargo, esto no es así en la práctica, ya que la ingeniería electoral se encarga de decidir cuánto valen los votos de las personas en función de intereses territoriales, ideológicos, económicos, etc. Esto es algo que no suele conocer la mayoría de las personas que votan, pensando que su papeleta tiene el mismo valor si vive en Almería que si vive en Bilbao. Pues no es así. Pero quiero dirigir la atención de quien esto lee hacia otro aspecto más profundo que no se tiene en cuenta: el hecho de que cualquier persona mayor de edad, en condiciones mentales normales, ejerce su derecho a voto y colabora para decidir quien ha de ser la cara visible de los que gobiernan (que no son los que parecen). ¿Por qué quiero llamar la atención sobre este hecho? Porque a mi modo de ver, como ya expresé en un artículo-reflexión anterior, no todas las personas están en el mismo grado de conciencia ni ejercen el voto con la misma amplitud de visión sobre la realidad.
Una sentencia atribuida a Gandhi dice así: “en materia de conciencia, la ley de la mayoría no tiene lugar”, otra versión dice “en cuestión de conciencia la mayoría no tiene razón”. No sé si realmente Gandhi pronunció tales mensajes, pero voy a tratar de explicarlos, bajo mi punto de vista.
Siendo la población actual más o menos siete mil millones de personas, se da la circunstancia de que no todas están en el mismo grado o nivel de conciencia. Existen numerosas teorías sobre los niveles de conciencia, las más familiares para mí son la Pirámide de Maslow y la Teoría de la Dinámica Espiral. En ambos casos, como en otros, se establecen diferentes niveles de conciencia para las personas, entendiendo de manera sencilla conciencia como “conocimiento de las cosas mediante el cual el individuo se relaciona con el mundo” (Diccionario de uso del español María Moliner). ¿Acaso todas las personas tienen el mismo conocimiento de las cosas? Pues yo creo que no. ¿Y no es cierto que todas las personas mayores de edad con posibilidad de votar tienen el mismo conocimiento de las cosas? Pues creo que tampoco. No se trata de una cuestión de ideología, se trata de una cuestión de conciencia tal y como está definida líneas atrás.
En la Teoría de la Dinámica Espiral se establecen ocho niveles de existencia, que algún autor amplía a nueve, en los que se pueden identificar otros tantos niveles de conciencia sobre la realidad. El entorno determina el nivel de conciencia y, a su vez, el nivel de conciencia influye sobre el entorno. En el primer nivel de existencia se sitúan aquellas personas cuyo horizonte vital es la satisfacción de sus necesidades más básicas: comida, techo, territorio, reproducción… En el segundo están aquellas que, teniendo cubiertas las necesidades básicas precisan de un entorno seguro para protegerlas: tribu, clan familiar… En el tercer nivel de existencia se intenta salir del entorno restringido de la comunidad-tribu-clan a base de coraje, fuerza o, incluso, agresividad y violencia (física, económica, institucional, gubernamental, etc.). Y en el cuarto nivel de existencia ya se ha conseguido un bienestar superior, se ha conquistado el orden y la seguridad, ahora todos tenemos que respetar las normas, incluso quien no esté de acuerdo con ellas, porque “es lo mejor para todos”. Estos cuatro niveles de existencia buscan, primero, asegurarse la supervivencia, luego expandirse y, de nuevo, asegurarse la existencia.
El quinto nivel de existencia necesita de nuevo la expansión fuera de la seguridad de lo establecido, hay que innovar, investigar, arriesgarse, invertir, crear bienestar y evolución. En el sexto esta intención incluye el bienestar de todos y la defensa de una existencia ecológica, es decir, una existencia en armonía, respeto e integración. Los niveles séptimo y octavo alcanzan cotas de conciencia suficientemente elevadas como para intentar salvar a la humanidad del desastre al que parece abocada, respetando e integrando todas las miradas y tratando de orientarlas al bien del planeta y de sus pobladores.
¿De verdad se puede pensar que, a la hora de elegir a las personas que van a dirigir un país, todo el mundo vota con el mismo nivel de conciencia sobre el planeta, la humanidad y la vida? Los niveles de conciencia uno y dos llevan grabado en sus inconsciente la necesidad de sobrevivir y conservar lo que ya tienen. Los niveles tercero y cuarto quieren la expansión imponiendo la fuerza y la obediencia a una verdad superior que todo el mundo ha de seguir. El quinto cree en el progreso tecnológico y económico como la gran solución. El sexto se enfoca en el bienestar a través de la integración de intereses y el séptimo y octavo quieren que el mundo llegue a ser un lugar de armonía entre el ser humano y el planeta. ¿Qué partidos e ideologías representarán a cada uno de los niveles de conciencia en una democracia? ¿Cuánta representatividad democrática tienen los niveles de conciencia uno, dos, tres y cuatro?, ¿cuánta representatividad tienen los niveles cinco y seis y cuanta los niveles siete y ocho?
La realidad (relativa, como todo) de los niveles de conciencia es que cuanto más amplio es el grado de conciencia menor población mundial hay. Y lo mismo sucede en un solo país. Dado el nivel de evolución actual de la humanidad, hay más población en los niveles de conciencia iniciales (1, 2, 3,) y medios (4, 5) que en los niveles de conciencia altos (6, 7, 8). Y esto lo saben las corporaciones y las personas que sustentan el poder mundial. Ellos saben que hay muchas más personas en la base de la pirámide de la conciencia que en la punta, por lo que el uso de los medios de comunicación, la tecnología, ciertos deportes de masas, los planes de estudios, la alimentación, la sanidad, etc. está diseñado para mantener a las personas en los niveles más bajos de conciencia posible, de modo que dichas instituciones puedan seguir manteniendo el poder, utilizándonos como mano de obra sumisa y barata, como cobayas en experimentaciones de productos transgénicos y medicinas, etc.
¿Pruebas de ello?
– Educación cada vez de peor calidad y menor nivel, con menos medios, sin atender a las verdaderas necesidades educativas y de desarrollo de la creatividad, la inteligencia y el librepensamiento.
– Sanidad cronificadora de enfermedades y de medicaciones alienantes mientras las Terapias Naturales luchan por despertar a la población y ampliar su conciencia.
– Alimentación insana, transgénica, manipulada, con informes manipulados sobre beneficios para la salud.
– Medios de comunicación parciales y sesgados, en los que atisbar alguna verdad se hace imposible.
– Televisión de muy baja calidad para entretener, atontar y mantener a las personas enganchadas a programas basura y sin pensamiento crítico ni libre.
– Justicia lenta, con las manos atadas por falta de medios desde hace décadas, con jueces a los que se acosa si se atreven a hablar claro y otros que se venden por falta de ética.
– Policía represiva contra la población protegiendo a las/los ladrones de las altas esferas.
– Banca estafadora, aliada con los gobernantes, que se queda con miles de millones de euros de los impuestos que todos pagamos.
– Compañías eléctricas que compran a los que hacen las leyes a cambio de prohibir desarrollar tecnologías limpias y robar en las facturas.
– Ciencia comprada por intereses comerciales, económicos, manipulativos, etc.
¿Hacen falta más pruebas? Todo esto lo saben los que detentan el poder (corporaciones ocultas) y los que dan la cara (algunos grupos políticos y dirigentes) y, por eso, mantienen a la población en los niveles de conciencia más básicos, en los que la mayoría de las personas tienen que ocuparse exclusivamente de sobrevivir, de tener para comer, buscar dónde resguardarse y sacar a su familia adelante. ¿Crisis? Simplemente estábamos llegando a un estado de bienestar personal, familiar y social que implicaría un salto de conciencia a la búsqueda de la armonía entre todos y en el planeta. Este salto puede que sucediese en menos de cien años, en dos generaciones quizás, y ello implicaría que no se permitirían los abusos, robos, sometimientos y demás situaciones que estas corporaciones quieren seguir haciendo, así que había que crear una situación crítica que hiciese a las personas temer por lo más básico, la alimentación, la vivienda y la salud, para así volver a un estado inicial de conciencia y empezar de nuevo el ciclo de evolución.
Depende de cada uno de nosotros que trabajemos individual y colectivamente para que el nivel de conciencia de la población se mantenga y se eleve y, así, poder evitar esta degradación de las condiciones de vida y, por tanto, de la conciencia. Para poder seguir avanzando hay varias cuestiones que la población puede hacer, enumero algunas de ellas:
– Ver menos televisión, leer más, dialogar, charlar, opinar.
– Practicar menos deporte de sofá y salir más a la calle, a los polideportivos, a los gimnasios, a la naturaleza.
– Menos wassap, Facebook y mensajes y más reuniones, conversaciones y actividades en grupo.
– Menos consumismo y más consumo responsable.
– Menos comida basura, industrial y precocinada y alimentación más sana.
– Menos quejas y más acciones directas en contra de la injusticia, la opresión, la desigualdad, etc.
– Menos alienación e incultura y más atención al desarrollo personal y emocional.
– Menos medicación paliativa y más conciencia de las verdaderas causas de la enfermedad, que suelen tener que ver con vivir de manera incoherente con nuestro ser interior.
Estas son solo unas indicaciones que creo favorecen el desarrollo de la conciencia, hay muchas más acciones que pueden contribuir a ello.
En el ámbito de la democracia, la población de niveles de conciencia iniciales votan, en general, buscando conservar lo poco que tienen (voto del miedo); desgraciadamente la población en este nivel de conciencia es la mayor. Los niveles de conciencia medios votan buscando quitarles a los más débiles lo que tienen para tenerlo ellos (voto capitalista); estos son también parte de la mayoría. Y los niveles de conciencia altos votan buscando la armonía, el equilibrio y el beneficio de todos (voto ecologista y social); estos son menos que la suma de los dos anteriores. Por esta razón ganan siempre los dos mismos partidos. Algunos nos preguntamos: ¿cómo es posible que se siga votando a políticas/os imputados e, incluso, condenados?, ¿a partidos que año tras año mienten e incumplen? La respuesta es que la suma de la población en niveles de conciencia iniciales y medios es mayoría frente a la población en niveles de conciencia altos.
En lugar de votar en base a emociones como el miedo, queriendo conservar lo que se tiene aunque sea quitándoselo a otros, tratando de imponer restricciones, aceptando la pérdida de derechos en aras de una aparente seguridad, etc., todos deberíamos reconocer la necesidad de un voto en conciencia y para el desarrollo de la conciencia. Ya no es una cuestión de ideologías. La cuestión es no permitir que las corporaciones que ejercen el poder sobre los gobiernos sigan degradando el nivel de conciencia de la población en su interés. Por ello, todos tenemos que hacer el esfuerzo de salir de nuestro propio mundo de miedos, necesidades y egoísmos y elegir democráticamente a aquellas personas y entidades políticas que, desde un nivel de conciencia alto, tratan de devolver la dignidad, la honestidad, la armonía y la justicia a la gestión de los intereses de todos los españoles. Todos podemos votar en y para la conciencia. Juntos podemos hacerlo.