La Técnica de Mapas Emocionales es un método de trabajo sobre los planos emocional y mental, en el que la persona consultante utiliza una serie de fichas para construir el mapa de su emocionalidad limitante. Estas fichas contienen palabras que hacen referencia a programas emocionales y mentales que, en su aspecto limitado, han formado o forman parte de la vida de la persona, por ejemplo: “impaciencia”, “miedo a la muerte”, “sentimiento de culpabilidad”, “importa mucho el qué dirán y el qué pensarán”, etc. Así hasta trescientas sesenta fichas.
Tras un trabajo previo, y siendo la persona capaz de reconocer estos programas, se elabora el mapa de sus emociones con sus conexiones e interrelaciones, con sus territorios y niveles, emociones derivadas, conectoras, aisladas, etc. El trabajo previo tiene como función hacer conscientes todos esos programas emocionales (emociones y sentimientos) y mentales (creencias y pensamientos) que, en su mayor parte, permanecen en el inconsciente, pero que no por ello dejan de influir sobremanera en la vida de cada uno. Sin embargo, la toma de conciencia no implica, necesariamente, el reconocimiento del ordenamiento interno y de su interconexión con otros aspectos emocionales profundos. Este conocimiento es aportado por la elaboración del mapa emocional ya que, de una manera participativa, didáctica y activa, implica a la persona en su construcción y explicación. Esta es la particularidad de esta técnica.
En estos momentos, finales de 2015, han transcurrido ya tres años desde el comienzo del desarrollo de la Técnica de Mapas Emocionales. Tres años en los que se ha pasado de escribir listados de emociones, sentimientos, pensamientos y creencias en una pizarra, a imprimir la tercera edición de las fichas para mapas emocionales, elemento fundamental de esta técnica.
A lo largo de estos tres años se han realizado muchas consultas y desarrollado innumerables mapas emocionales, tanto en el ámbito terapéutico como en el formativo. Hemos aprendido, comprendido, desarrollado y afinado los conceptos y mejorado la manera de transmitirlos al alumnado y a las y los pacientes.
De todo este proceso hemos extraído algunas conclusiones y creemos llegado el momento de compartirlas con otros compañeros y compañeras profesionales de las Terapias Naturales y con el público en general.
Esta técnica tiene como objetivo presentar ante el paciente su mapa emocional limitador, configurado por los programas emocionales y mentales que se han ido incorporando a su emocionalidad a lo largo de los años, desde la infancia hasta el momento presente. Esta idea tiene la virtud de que es la propia persona la que ha de construir su mapa, para lo que precisa de una introspección profunda y esclarecedora. Desde el ámbito de la docencia con niños, del cual provengo, se sabe que el mejor aprendizaje viene dado por el propio esfuerzo de investigación, construcción y explicación, y estos tres factores son fundamentales en el proceso de elaboración de un mapa emocional. Es la persona, tras varias sesiones de trabajo terapéutico, la que construye su propio mapa, asesorada y apoyada por el profesional, pero sin que este induzca o haga el trabajo que no le corresponde.
La elaboración de un mapa implica el empleo de una serie de fichas (360 en el juego completo) aunando las acciones de tocar, leer, introspectar, construir, dar sentido y explicar. Todas estas acciones activan un conjunto de funciones emocionales y mentales que favorecen no solo la toma de conciencia sobre uno mismo, sino la comprensión clara y profunda de las relaciones e interacciones entre diferentes programas emocionales y mentales. Programas que condicionan la vida de la persona, de manera tanto consciente como inconsciente.
A lo largo del proceso terapéutico el paciente va tomando conciencia de sus emociones, sin embargo, ello no implica que sea capaz de conocer y comprender su orden interno. La emocionalidad, sea sana o insana, sigue unas pautas con jerarquías temporales y de causa-efecto, con niveles, derivaciones y conexiones, en las que unos programas son causa de otros configurando diferentes territorios emocionales, reflejo interno de la vida externa y viceversa. Encontrar ese orden y comprender su sentido es tan esclarecedor como conmocionador. Muchas de las pacientes (siempre tratamos a más mujeres que hombres) han llegado a decir que por primera vez se comprendían a sí mismas, o que el mapa que veían ante sus ojos era como una fotografía de lo que sentían por dentro. En estos casos sobran las palabras explicativas, pues la comprensión profunda las hace innecesarias.
El trabajo con el mapa emocional no concluye con su elaboración. Muy al contrario, este es el inicio de una nueva fase del proceso ya que, una vez que se ha pasado a ordenador o papel, la persona puede realizar una serie de actividades que permiten un análisis detenido y profundo de su emocionalidad pasada y presente. Desde copiarlo y pintar de colores los diferentes programas, en función del grado de equilibrio que hayan alcanzado, hasta trabajar por territorios u objetivos, pasando, por ejemplo, por compartirlo con la pareja para facilitar la comunicación y la comprensión mutua. La cantidad de actividades que se pueden desarrollar a partir del mapa emocional es tanta como terapeutas y pacientes hagan uso de la técnica.
Tras estos años de trabajo, investigación y difusión, tanto el alumnado como las pacientes han valorado muy positivamente el beneficio de la Técnica de Mapas Emocionales, y nosotros, el equipo de profesionales del centro Noray Terapia Floral, podemos decir que nos sentimos satisfechos tanto del trabajo como de los resultados. Sin embargo, no por ello dejaremos de profundizar en su uso pedagógico y terapéutico, ni tampoco dejaremos de investigar en el desarrollo de nuevos materiales didácticos y terapéuticos para su aplicación al mundo de las Terapias Naturales.