Relato:

Control y sobreprotección

José, 50 años, 2017.

Después de casi 8 meses de terapia me doy cuenta de que ha mejorado mi percepción de la vida, mis sentimientos, mis comportamientos, mi consciencia y mi conciencia sobre lo que ocurre en mi entorno y mi posición ante los asuntos que se presentan en el devenir cotidiano, habiendo ganado en tranquilidad, sosiego ante la vida y mayor capacidad de criterio para abordarla.

En Septiembre/16 llegue a la consulta buscando enderezar un rumbo que consideraba estaba perdiendo, adecuar mi situación personal y afectiva ante los asuntos vitales y sus acontecimientos. Ahora tengo la cierta sensación que he conseguido en muy buena parte mi objetivo.

Aunque mantengo hábitos y costumbres anteriores, es del todo cierto que los abordo de otra forma, con más calma, sin excitaciones, sin hacerlos para demostrarme a mí mismo y a los demás que soy “importante”. Hago las cosas porque me apetecen y cuando me apetecen, con sorprendente relajación y conciencia.

He ido perdiendo los miedos infundados y las incertidumbres que sin saber me asediaban.

He entendido que los demás, aquellos que me rodean, los que están situados en mi entono natural, tienen capacidad suficiente para afrontar problemas y que por tanto he de prestarles la confianza necesaria para que desarrollen su actividad vital, sin miedo a que puedan cometer errores, pues de humanos es equivocarse y corregir si ello es necesario.

«He ido perdiendo los miedos infundados y las incertidumbres que sin saber me asediaban.»

Al hilo de los errores que cometemos, también he de decir que ahora me cuesta mucho menos trabajo reconocer los míos, que el perfeccionismo es un defecto, que nadie es perfecto en la vida y que buscar serlo de forma permanente y continua no es aconsejable. Equivocarse es normal y ayuda a mejorar, pues se aprende de los errores, se intentan corregir en el momento oportuno, cuando es necesario y no antes (ya no pongo el parche antes del pinchazo, espero que se produzca, localizo el sitio y reparo). Entender esto me ha ayudado mucho, ha contribuido en mejorar mi situación personal y la de mi entorno.

Con ese planteamiento me he dado cuenta que ahorro energía, que me relajo más, que tengo mi mente más descansada y, por ende, preparada para abordar los acontecimientos que se me presentan con más coherencia y tranquilidad, desarrollándolos con mayor satisfacción.

«… El perfeccionismo es un defecto, nadie es perfecto en la vida y buscar serlo de forma permanente y continua no es aconsejable.»

Al entender que nadie somos perfectos y que buscar la perfección puede ser perjudicial, he empezado a creer en la responsabilidad de las personas y con ello he conseguido relajar de forma importante el ejercicio de control implacable que mantenía. Ahora creo que el exceso de control no es bueno ni para los demás ni para mí mismo, pues se coarta libertades y casi te convierte en un “pequeño dictador”, hechos que nunca pueden ser recomendables. A toda persona coherente le supongo capacidad suficiente para afrontar su vida e intento comprenderla con sus virtudes y sus defectos.

Todo esto me ha llevado a situarme en un plano de mayor humildad, posición que consideran y agradecen los que me rodean, lo que ha hecho posible el reforzamiento de los lazos afectivos, posibilitado el deseo de compartir más tiempo con las personas a las que considero importantes en mi vida y disfrutar de ellas, de sus inquietudes, de sus opiniones, de sus creencias… he ganado en FELICIDAD.

«Ahora creo que el exceso de control no es bueno ni para los demás ni para mí mismo.»

Igualmente he mejorado en tolerancia y entiendo mucho mejor a los demás, las diversas forma que tienen de ver el mundo, aceptando que yo no siempre tengo la razón, que mi opinión puede ser discutible y mejorada, lo que me ayuda a enriquecerme personalmente.

Con esta creencia firme, también he aprendido a ESCUCHAR, cualidad que es muy aceptada por mi entorno. De esta forma incremento mi capacidad para entender mejor a las personas con las que comparto espacios vitales, lo que me lleva a una relación más estrecha y entrañable con todas ellas.

Otra actitud que practico con satisfacción es la de no imponer siempre mis criterios como únicos, así me he dado cuenta que mis planteamientos son más reconocibles, mi personalidad mejor aceptada, mis criterios mejor escuchados y que he ido obteniendo mayor confianza de mis interlocutores.

En general he ganado mucho como persona, habiendo observado que he enderezado un rumbo equivocado. Ahora creo que estoy en el camino adecuado y me lo viene demostrando mi devenir vital, día tras día.

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