Relato:
Cuando más perdida estaba
Raquel, 42 años, 2020.
Empiezo a hacer trazos con mi bolígrafo, en esta pequeña libreta, formando letras que, espero tengan algún sentido para quien las lea, para quien las necesite o para quien en algún momento de su vida se haya sentido perdido o perdida y sin rumbo.
Describir en unas pocas palabras el cambio que ha dado mi vida en este último año es algo inefable, pero espero, de algún modo, llegar hasta tu corazón ya que son palabras escritas desde el mío.
«Espero llegar hasta tu corazón.»
Llegué a Noray Terapia Floral movida por un impulso, agotada de probar con lecturas de autoayuda y espiritualidad, de ejercicios mentales y prácticas espirituales que no hacían más que mover una pequeña parte interior mía, pero que, lejos de obtener resultados verdaderos y duraderos, me llevaban directa a la frustración y a la culpa. Esto se convirtió en una pasión insana ya que, en el fondo, lo que buscaba era aprender a no sentir.
La Terapia Floral, para mí, ha sido ese sendero que encontré cuando más perdida estaba en un camino que recorría sin cesar, por donde pasaba una y otra vez con miedos, indecisión e incertidumbre.
Me ayudó a quitarme las piedrecitas que llevaba dentro de mis zapatos para que pudiese andar más derecha, deshacer el camino andado y volver a retomarlo pero ya sin molestias, sin cargas, perdiendo los miedos, aceptando la incertidumbre y tomando decisiones importantes que me ayudarían en el avance por otros caminos más bellos, de mayor conocimiento y sabiduría.
De este proceso de sanación me llevo el AMOR VERDADERO, el que he ido conociendo a través de mis emociones, mis expresiones de amor y mis pensamientos, que sin duda son el arma más poderosa que puedes llevar para enfrentar cualquier temor en cualquier camino.
Ahora soy una auténtica guerrera, que aprovecha sus dones como armas infalibles contra todos los miedos que va encontrando en su viaje por la vida. Aceptando de forma incondicional cada obstáculo del camino, con Amor, compasión, paciencia y esa sensibilidad que ahora guío con esa «gracia» que me caracteriza.
«Enfrentar cualquier temor en cualquier camino.»
Me llevo también la autenticidad. Aprendí a ser más real sin perder mi esencia creativa, con la que he estado disfrutando durante todo el proceso; me orientó a poner límites que adapto a mis circunstancias personales y me ayudan a mantener relaciones más sanas y verdaderas, a dejarme llevar por mi intuición y escuchar esa voz interior que me guía por el camino del Amor a través de las emociones. Pero, sobre todo, y lo más importante, me llevo la amistad de personas extraordinarias, a las que voy a llevar en mi corazón el resto de mis días, no sólo por lo que me han enseñado y aportado a mi vida, sino por la calidez que he encontrado en sus miradas, por esas risas sinceras, por la calidad humana que he hallado siempre entre consejos, por la transparencia de emociones y sentimientos y por hacerme sentir en Noray tan cómoda como en mi propio hogar.
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